domingo, 30 de abril de 2017

El cocido


 

Cáceres a quince de Julio de 1954.
Un día como tantos de ese mes que en nuestra tierra venimos soportando los calores estivales.
 Al empezar la mañana, se percibía  el calor asfixiante que había que arrastrar a lo largo del día. Pero no importaba, nuestra corta edad y nuestras ganas de vivir. El calor lo poníamos en segundo plano.
En aquellos años no nos dábamos cuenta de lo afortunada que éramos, mientras en la ciudad, medio Cáceres no tenía.     
Agua corriente en sus casa, nosotras nos permitíamos el lujo de tener una ducha en el patio.  
Ducha que utilizábamos a diario, y sin mirar el gasto.
Esa era nuestra gran ayuda para soportar mejor el calor.
  ¡Pero! Cuando llegaba la hora de la comida, Antonia –Mi madre, salía a llamarnos, siempre decía lo mismo, chicas,a comer.
Nos poníamos en la mesa, todas en silencio y llegaba Antonia y ponía el cocido. Ya saboreábamos el vendito manjar, Antonia los hacía como nadie. Repartía y empezábamos a comer. Cuchara viene, cuchara va, comíamos y disfrutamos, los venditos garbanzos.
Ahí, empezábamos el calvario de sudar. Los goterones bañaban nuestros cuerpos y eso que el bañador aún  estaba empapado. Pero no importaba, soplando y resoplando seguíamos a terminar los platos. Al final la sandía era un alivio.
 Por aquellos años había que esperar dos horas para volverse a mojarse.
¡Qué calor dios mío!
                               12-7-2016   Joaqui.

miércoles, 26 de abril de 2017

Recuerdos del pasado



Entre chato y chato, - vasos de vino- iban degustando los aperitivos que Juan sabía ofrecer. Boquerones en vinagre, callos con tomates, Morcillas guisadas y algunas aceitunas sevillanas.
Una noche entró uno de los bebedores acostumbrado, pero ese día llevaba una copa de más.
 Juan (el tabernero) le invito a tomar un vino he intento que se marchara pronto. Jacinto pidió le llenase otra vez. Jaime (el policía) Le dijo, ¡Venga Jacinto, que te espera la familia!  Jacinto le miró fijamente y le dijo. Tú te callas, me iré a casa cuando termine de beber.
  Al oírlo Braulio, (brigada del ejército) dijo, ¿tú sabes quién soy yo?
Sí, un sinvergüenza igual que este, -refiriendo a Jacinto- Juan viendo cómo iba enredándose el asunto salió del mostrador e invitó a Jacinto a marcharse, con siguiéndolo.
 Juan pidió disculpas a Jaime y a Braulio, diciendo que no tuvieran en cuenta  las palabras de Jacinto, pues bebido, pierde el respeto a todo. Así lo hicieron.
En esto se escucharon voces en la calle. Salió Juan a ver qué pasaba. Viendo a Jacinto y a dos guardias civiles discutiendo con él. Jacinto les decía. Vosotros siempre montados a caballo y los soldados andando. Los guardias bajaron del caballo y se llevaron a Jacinto al cuartel de la guardia civil. 
                                                         26-4-2017    Joaqui.

viernes, 21 de abril de 2017

Ocho de la mañana




La luz va clareando, ella sube callada, serena, silenciosa, siempre avanzando. En pocos minutos brilla para que todo avance.
El hombre  despierta. A lo lejos se oye el despertador de todos los campos. Es repetitivo, armonioso y sin la ayuda de nadie. Allí, no existe la electricidad, ¡Para qué! Con su canto es suficiente.
La paz que se vive en medio de la naturaleza, el silencio de todo el entorno, qué. Hasta los pájaros suben y bajan de los árboles sin hacer ruido.
Cuando aparece el  Astro Sol empieza la vida. Los pájaros revolotean por todas partes. Ya, no callan, son ruidosos y juguetones, ¡diría!, como niños juguetones.
El día está triste. El mundo cristiano tenemos el deseo de asistir al acompaña miento del Santo Entierro. En el ambiente se aprecia su dolor.
Quien pudiera volver como él, tantos seres que dejaron esta vida y ninguno ha querido bajar. Algunos hubiesen disfrutado de la familia. Sus recuerdos siguen vivos. Vivos en el día a, día.
Esta paz que nos regala el campo mirando cerca y lejos, esta paz es una de las maravillas de la vida.
El sol está en lo alto, se acaba el silencio, Ruidos de coches, motos…
                                  14-4-2017   Joaqui.

La noche



Al rato entraron unos chicos. Pidieron  unos vinos. Y, se pusieron a cantar flamenco. Empezando por unas bulerías, seguido de fandangos y rematando  con unos tangos portugueses. Fue una noche inolvidable para todos los presentes. Incorporándose algunos de los vecinos que ya estaban descansando.

Pasada unas horas llegaron los guardias y se tuvo que callar el cante. Los bares se cerraban a las doce de la noche -Por aquella época-. Para  Algunos fue una pena dejar la fiesta. Juan le dio las gracias al cantate y no le cobró la consumición
En la calle se pusieron a discutir entre ellos. Las voces iban cada vez en tonos más alto. Hasta que el murmullo se convirtió en pelea. Se pegaron entre ellos. Gracia que los municipales estaban cerca y los separó. Al parecer estos chicos, en ellos eran acostumbrados a terminar así.
                                                        
                                                                      21-4-2017    Joaqui.

Parte del libro

 Lo más asombroso fue cuando empezó sonreír y  hablarle: “¡Oh, qué es esto”! Xy no salía de su asombro. Empezó hablar con él diciendo.
Mi nombre  es Molestín por el rechazo de la humanidad. Xy no sabía que decir,  antes lo que estaba ocurriendo le pregunto quién era.
Molestín dijo que llevaba toda la vida con él, escondido en la puerta del armario, moviéndose cuando su madre limpiaba el polvo. 
                                                     21-4-2017    Joaqui.

Parte del libro



 Lo más asombroso fue cuando empezó sonreír y  hablarle: “¡Oh, qué es esto”! Xy no salía de su asombro. Empezó hablar con él diciendo.
Mi nombre  es Molestín por el rechazo de la humanidad. Xy no sabía que decir,  antes lo que estaba ocurriendo le pregunto quién era.
Molestín dijo que llevaba toda la vida con él, escondido en la puerta del armario, moviéndose cuando su madre limpiaba el polvo.

Los Cipreses del Campo Santo




Esta mañana he paseado entre ellos. Nos muestran sus hermosos cuerpo, orgullosos y corpulentos, como el mejor de los árboles, adornando las entradas de la casa grande. Con su altivez, nos quieren demostrar que es el mejor  sitio del mundo.
Allí no hay guerras, ni ansías  de poder, envidia, !Ni, por supuesto!, dinero. Porque este es la perdición de casi todos los males del mundo.
Todos duermen en el mejor de los sueños. El viento mueve las ramas, ellas nos hablan. El árbol crece sin romper el suelo, ¡como hacen otros! Él deja todas sus fuerzas abajo en la tierra. Allí abrazado a sus raíces se encuentran los seres que han dejado este mundo de locos.
De cuando en cuando, cada uno trepa a lo más alto de sus brazos. Ellos por medio del las hojas, nos observan. A veces, bajan tristes. Desde lo más alto los nuestros nos van señalando el camino cada día, por eso estamos constantemente nombrado a los que se fueron. Nuestras obras son la prolongación de lo que ellos hicieron.
Trepan de noche y de día. Son nuestros vigilantes.
El Ciprés crece, y creces y nos muestra las obras de cada día.
Cumple su misión de transmitir a ellos, que no los olvidamos y que no los  olvidamos que riéndolos cada día más.
Cuando vuelva allí, le daré un abrazo al Ciprés con el fin de que le llegue a los míos.
                               Un abrazo para mis padres y María. 
                                                                                     21-4-2017     Joaqui.