Tercera página 3
Esa noche a las dos de la
madrugada Juan, echó a andar, su único deseo era llegar pronto y descansar.
Al salir del trabajo, después de una jornada y
penosa, por la lucha con los clientes, tuvo que andar el kilómetro que le
separaba del trabajo a casa.
En mitad del camino se
encontraba el Campo Santo. No junto a la carretera, pero cerca. Cuando a papá
le tocaba pasar esta zona, nunca iba despacio, tampoco corría, pero aligeraba
el paso todo lo que podía.
Pero esa noche al pasar
por allí, escuchaba voces y se veía en
lo alto cerca de la puerta del cementerio una hoguera. Y aligeró el paso los
más que pudo. Muchas veces comentaba, que cuando pasaba por allí las voces no parecían
de humanos y recordaba que algunas les eran conocidas, de alguien que ya se había
marchado al más allá. El silencio de la carretera era lo peores al final del día.
Siempre cuando llegaba a
casa mamá se levantaba, lo estaba esperando con la cena puesta en la mesa.
Y si no despertaba alguna
de sus hijas, para pedir agua o un “cacho” de pan, podría dormir hasta las seis
de la mañana, a esa hora tocaba el reloj
y empezaba su tarea para seguir haciendo
su nueva casa, y seguir trabajando para los suyos.
30-9-2016 Joaqui.