Segunda
parte
Molestín
y Piélago
Cómo ya contaba al principio del libro anterior.
Edu vivía con sus padres y hermano Marcos. En una de las ciudades más bonitas
del territorio Español Cáceres.
Es verano corrían los días sin descanso. Lo
primero era intentar corregir los suspensos que arrastraba del curso. La
mochila la trajo llena de ceros.
El día
que le entregaron las notas, lo primero que hizo al llegar a casa, fue entrar
en su habitación contando a Molestín el resultado. Molestín se movía lento,
reflejando el disgusto. No te preocupes Edu, ahora tienes todo el verano para
estudiar, lo que no has hecho en el curso.
Todo se puede y saldrás adelante.
Edu le entregó las notas a su mamá. Disgustada
hablaba con él, dándole mil razones para estar castigado.
Desde
este momento se acabo el móvil, el
ordenador, salidas y las vacaciones,
esas que tanto había planeado… Aceptó sin decir nada, sabía que su madre tenía
razón. Se marchó a su habitación.
Pasaron unas semanas y sus amigos se despidieron
de él, los amigos fueron al Campamento de Carlos V. del Río Jerte. Fue
a despedirlos a la parada del autobús. Se sintió muy triste pero comprendía que
esas vacaciones no habían luchado por ellas.
Los amigos le estuvieron escribiendo desde el
campamento del Jerte, mandándole fotos
de los pilones y del río. Ellos se
divertían mientras Edu solo le quedaba estudiar, para sacar las notas. Le
contaban lo divertido que era estar en esa libertad sin nadie a tu lado que
este diciendo lo que tienes que hacer.
Las fiestas del pueblo eran divertidas, sus
bailes y sobre todo conocer a chicas de tu edad. Y dormir en plena naturaleza.
Disfrutando de la paz que en el campo se respira.
Edu
estaba triste pero estudiaba más que nunca.
Molestín salía de su vaso y lo animaba a
estudiar. Siempre le decía lo mismo. Venga Edu, estudia y luego nos vamos a la
calle para que te despejes un rato, después seguimos.
En la calle le comentaba a Molestín, que su
padre le había prometido que si sacaba las asignaturas, volvería Piélago a
casa. Molestín se puso contento. Sabía el disgusto que se llevaron los dos
hermanos con su marcha.
Ese reto le llevarían muchas horas de
preparación.
Pasaba el verano y los amigos volvieron del campamento,
contando lo bien que se lo habían pasado y los amigos nuevos que hicieron.
Ellos
hablan del Valle del Jerte según su
profesor, sea la comarca o la rivera del río en el note de Extremadura, es el
valle por excelencia en la comunidad autóctona y ofrece uno de los espectáculos
naturales más singulares y bellos que se puede ver cuando tiene lugar la
floración del cerezo cada primavera. No hay que olvidar que uno de los manjares
extremeños brota de esa tierra, y ha llegado a ganarse el sello de denominación
de origen. La reputada cereza del Jerte.
Las laderas del Jerte están sembradas de pueblos
unidos entre sí por sus cerezas. Son exportadas a buena parte del mundo. En esa
zona su sabor tiene unas características especiales.
Próximo a Jerte, en su mismo término municipal,
esta la reserva natural de la Garganta de los Infiernos. Zona de fauna y flora
Autóctona y lugar de baño.
Allí
fueron sus amigos a pasar el día bañándose en los pilones.
Al volver le escribieron contando las maravillas
del lugar, y las delicias de haberse bañado en sus aguas.
Es obligado la visita al Puente de Carlos v.
Desde el puerto de Torna Vaca; se contempla el Valle
del Río Jerte y su entorno.
Su monitor le explicaba, que en Torna Vaca
pernoctó el 11- de noviembre de 1556, cuando viajaba camino de Yuste para su
retiro de la vida política. El Rey Carlos I de España y V de Alemania llamado
Carlos V. Por aquella época España era
un Gran Imperio. Cediendo a su hermano Felipe II los reinos hispanos.
Su estancia
Imperial en el Monasterio de Yuste, duró desde 1556 hasta su muerte 1557.
La
austera residencia imperial consta de cuatro estancias a cada lado del pasillo.
Desde su alcoba podía asistir a la Santa
Misa que se celebraba en la capilla mayor de la iglesia. En esta
habitación servía de comedor y sala de audiencia. En ella
se encuentra un gran mirador.
Hoy esa alcoba se muestra a los turistas.
También le contaban sus amigos, que una noche los llevaron a las fiestas del pueblo, he intentaron bailar
en verbena con las chicas y pero las
chicas se reían de ellos porque no
sabían bailar.
Edu los escuchaba con atención, sentía pena el
haber estado ausente en estos eventos.
Solo cuando estudiaba se proponía que el año que
viene él viviría las mismas fiestas que sus amigos.
Llegaron los exámenes de septiembre él estaba
convencido que serían buenos.
Días de inquietud hasta la salida de las notas.
El día que fue a recogerlas se llevó a Molestín
en la mochila.
En los pasillos de la Universidad hablaba con él
y le animaba a tener calma.
Por fin salieron los resultados, Edu no salía de
su asombro, pasaba al curso siguiente con la mochila vacía.
Montó en el autobús y fue a darles la noticia a
sus padres.
Su padre le dijo. Bueno lo prometido es deuda.
Hace unos días he hablado con el dueño de Piélago. Piélago está en el campo y
no vendrá hasta dentro de unos días no
va a buscarlo.
Piélago volvió a su antiguo hogar con sus amigos
de la infancia.
Edu y
Marcos lo acariciaban y se iban de paseo con él. Piélago presumía de su cuerpo
pero a la vez de los grandes amigos que perdió meses antes.
A piélago ya no le importaba ayudar al papá de
Edu, al contrario, comprendió quera su obligación.
Por las tarde disfrutaba de la compañía de sus
amigos. Los chicos del barrio estaban encantados de tener un juguete tan
entretenido.
Para los chicos Piélago era una distracción
nueva. En las ciudades no se tiene un
burro por las calles y menos poder montar y jugar con él.
Edu
aprendió el cuento que siempre le contaba su abuela.
Mira Edu,
cuando empieza el curso, imaginas que es como un Pan que pones en
una mesa y es de largo, como los meses del los estudios.
De septiembre……. a Junio.
Ese pan está unido a los estudios. Y cada día
hay que cortar y tragar un trozo, aunque no se tengan ganas.
Cada día
hay que mascar las lecciones que el profesor te dice en las clases, tragar y
ponerlas en tu cerebro. Poco a poco. Al final del curso, habrás tragado un
trozo del pan (la lección) y así, cuando llegue mayo, el pan estará en tu mente
y no tendrás que comerlo entero. Porqué no siempre tendrás la misma suerte.
Tu mente estará fresca, por haber comido “la
lección” cada día.
Y sobre todo poner mucha atención al profesor
cuando habla en clase, con ello tienes casi la mitad de la lección aprendida.
Ahora
disfruta con Piélago y tus amigos, hasta que empiece el nuevo curso.
El año que viene podrás estar donde tú quieras.
Suerte y
no olvides la lección.
Vales
mucho, pero no solo sirve eso, también hay que demostrarlo.
Adelante.
Terminado 8-07-014. Joaqui.
No hay comentarios:
Publicar un comentario