No sabes que ese camino no
favorece la convivencia. Tenemos menos tiempo de vida y te entretienes en cosas del pasado,
¡para qué! Deberías de salir y ver cómo va el mundo, este ¡ha corrido tanto!,
desde que tú no sale de entre estas paredes. No pienses que te estoy engañando,
solo quiero que salgamos a ver. No me importa el qué, solo quiero que vivamos
algo más antes de partir el último viaje.
Mira te he traído estos folletos
de viajes, ¡échales un vistazo!, haber que te parece.
–Muy mal, estos hoteles son para personas que solo pasan el día pensando
en comer. ¿Por qué tengo que salir de mi casa, si aquí lo tengo todo gratis y
me evito el camino?, ¡que, a saber, que te depara en él con tanto loco en las
carreteras! Tienes razón, las carreteras están cargadas de locos, pero también
hay gentes buenas y responsables. Gracias a ellos se evitan muchos accidentes.
Pasado unos días, Soledad se
encuentra haciendo las maletas, ha llamado a Constantino y le comenta.
Mira Constantino, tú no tienes
ganas de ir a ninguna parte, pero yo sí.
Por eso te he dejado que eligieses un destino, ¡cualquiera! El caso era pasar
unos días en algún hotel sin las obligaciones del ama de casa. Llevo encerrada
en estas cuatro paredes cincuenta años, creo que merezco conocer algo de lo que
cuentan mis amigas. ¡Sí me equivoco! ¡No importa!, eso dará pies para
rectificar en el futuro. Te llamare cuando llegue.
Tú verás, cuando no esté, a lo mejor valoras
las cosas de otra manera.
No te preocupes por mí, me voy
con una pandilla del pueblo, ellas conocen el terreno.
Pasaban los días y Constantino
empezaba a echar de menos, hasta las discusiones de su esposa.
Al cavo de una semana se presentó
en casa y saludando al marido le pregunta.
¿Cómo te ha ido? Constantino no entendía
la actitud de ella. Soledad empezó a contar todo la que se vive saliendo fuera
del pueblo y las maravillas que dejaremos de ver, sino aprovechamos ahora,
luego, será tarde.
19-7-2017 Joaqui
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