Hola madre, aquí estoy otra
vez, haber si hoy tengo más suerte.
Cuando salí ayer de la ermita, me encontré con una que en
años atrás éramos amigas, ¡o eso parecía! porque los amigos de verdad no
existen, o así lo considero yo, por una parte pienso que soy muy exigente, a
mí recurren los demás, a contarme sus
problemas, los escucho y soy una tumba, guardando hasta el más mínimo detalle
de crítica y he comprobado que lo poco que yo comento en momentos depresivos,
cuando menos lo espero me lo sueltan en la cara, ¡qué pasa con esto!, o me
tienen por débil o no sé cómo tratar a los que me rodean.
Pienso que no se puede ir
por la vida vendiendo a las gentes de esa manera, por esta y tantas cosas más ¡Cómo
puedo tener confianza en nadie!
Por eso madre, debes de
aconsejarme como tratar a los cercanos a una, para ser feliz y estar contentos
ellos y yo crees que la solución es vivir sin pedir nada a cambio. Pasar de
todos, reír cuando rían los demás, sin fijarse en lo que pasa a tu alrededor,
claro que esto conlleva anular tu mente, y pensar como ellos, ¿tú crees que
esto hay que hacer? Claro que para eso hay que reciclas la mente actual.
Eso habrá que estudiarlo en
el presente, aunque por mi parte lo meditaré y veré que puedo hacer. Me temo
que seguiré sola.
En Cáceres a 19- de mayo de 2012.
Joaquina
Campón.
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