viernes, 3 de noviembre de 2017

(SIN TITULO)


 




Hola madre, aquí estoy otra vez, haber si hoy tengo más suerte.
Cuando salí ayer de la ermita, me encontré con una que en años atrás éramos amigas, ¡o eso parecía! porque los amigos de verdad no existen, o así lo considero yo, por una parte pienso que soy muy exigente, a mí  recurren los demás, a contarme sus problemas, los escucho y soy una tumba, guardando hasta el más mínimo detalle de crítica y he comprobado que lo poco que yo comento en momentos depresivos, cuando menos lo espero me lo sueltan en la cara, ¡qué pasa con esto!, o me tienen por débil o no sé cómo tratar a los que me rodean.
Pienso que no se puede ir por la vida vendiendo a las gentes de esa manera, por esta y tantas cosas más ¡Cómo puedo tener confianza en nadie!
Por eso madre, debes de aconsejarme como tratar a los cercanos a una, para ser feliz y estar contentos ellos y yo crees que la solución es vivir sin pedir nada a cambio. Pasar de todos, reír cuando rían los demás, sin fijarse en lo que pasa a tu alrededor, claro que esto conlleva anular tu mente, y pensar como ellos, ¿tú crees que esto hay que hacer? Claro que para eso hay que reciclas la mente actual.
Eso habrá que estudiarlo en el presente, aunque por mi parte lo meditaré y veré que puedo hacer. Me temo que seguiré sola.
        En Cáceres a 19- de mayo de 2012.
                Joaquina Campón.         
        

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