viernes, 27 de enero de 2017

Recuerdos del pasado 31




El enterrador
Trabajo triste, claro qué, para vivir, no se encuentran trabajos cómodos que cubran las necesidades económicas familiares.
Félix, caminaba temprano al Campo Santo. El trabajo allí, no solo era tapiar la inmensa oscuridad. Había que tener limpia las instalaciones. Félix era muy curioso.
El recinto era pequeño. En el pueblo había pocos habitantes. Todos se conocían, eran como una gran familia. Félix en el fondo estaba cómodo con el trabajo. Además de aportarle un dinero mensual. No morían muchos. De ello se alegraba, para no tener que pasar un mal rato.
Tuvo días penosos, sobre todo, cuando tocaba enterrar a familias, o, amigos. Pero uno de los que más le impactó al pueblo, fue, Julia, la hija de los señores Ríos. Eran los más adinerados del pueblo. Julia, era una joven rubia, alta, bien formada, ojos claros, pelo largo y ondulado. Ella no buscaba los amigos por sus igualdades económicas, para ella, todos eran iguales.
Un día le llegó la hora, después de un tiempo enferma.
Ese día, Félix esperó en la entrada a la comitiva. El pueblo en pleno acompaño en esos momentos de dolor. Cuando entraron la caja, Félix acariciaba la lápida con sus manos llenas de lágrimas.
A las pocos días. Se personaron en casa de Félix unos sirvientes de los señores Ríos. Iban en un carro tirado de una mula. Empezaron a bajar, sacos de harina, legumbres, frutas, y unas tinajas de aceite.
Los criados transmitieron a Félix las gracias de sus señores por haber tratado con tanto cariño los últimos cuidados de su hija.
Esto ayudó a la familia a superar momentos difíciles de los años 1.920.

                                      27-1-2017    Joaqui.  

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