lunes, 23 de enero de 2017

Locuras






Por el camino viejo al atardecer, ¡Cómo siempre! Emprendí… Para el tan deseado encuentro. Las nubes me besaban mi cuerpo. Sentía ese  frío tan dentro del alma, pero mi pensamiento se centraba en el verdadero encuentro. En la fuente verde, allí encontraría el calor deseado. Sus labios me cubrirían de besos, y sus brazos apagarían el frío.
Seguí caminando y las sombras de la arboleda me aterro rizaban. Ellas me recordaban mí pecado. El amor no entiende de normas.
 Llegando al punto de encuentro.  El viento soplaba fuerte, la lluvia no tardó en hacer aparición.
Empapada hasta los huesos, seguí esperando.
Las sombras de los árboles empezaron a tener movimientos amenazantes. Ellas, se confundían con los vecinos del pueblo. Hasta sus caras y voces eran idénticas, las ramas de los árboles le tendieron sus brazos para armarlos y castigarme con ellos. ¡Pensaba!, solo son cosas del miedo.
De pronto, sentí una mano apoyada en mí hombro. Un estruendo iluminó el campo. Aterrada me volví. ¡Don Fausto!,-era el vecino de casa-. Detente, en la fuente no vas a encontrar lo que buscas. De pronto, las sombras se abalanzaron sobre mí.
Gritaba, gritaba. El murmullo se aleja. Quedé tirada en el suelo, callada, como las sombras de los árboles.
                               23-1-2017     Joaqui.

No hay comentarios:

Publicar un comentario