martes, 17 de enero de 2017

Penas compartidas



                       
¡María! ¿Qué temprano vienes hoy? Sí, necesito un café, café, de esos que medas cuando estoy triste. 

Sentarse, y luego me cuentas. Servido el café, María saborea bebiendo a sorbos cortos, para que dure el placer.
¿Bueno, más tranquila? Sí, pero la pena me está matando. ¡Venga, no será para tanto! ¡Mira Brilli! Hay cosas que cuesta creer, pero esta, traspasa todas las barreras.

Desahoga María, y a lo mejor te puedo ayudar. ¡Qué va!, esto no tiene solución, solo queda cargar con la pena de por vida.

Mira si es, ¡Bueno! no sé que decir ¡me cuesta tanto!
Mi hermano Juan, lleva cuatro días, ¡Cómo quien dice! Con una chica que lleva fuera del pueblo mucho tiempo y ha venido a pasar las fiestas. ¡Y Mira por dónde! Se han conocido en el baile.
Y Juan, la ha metido en su casa, como si la conociese de toda la vida.

¡Eso no es lo malo!, ¡claro qué no!, pero hace unos días me viene diciendo que tiene que vender la casa, la casa  de nuestros padres; ¡qué es, lo único que tiene! Y eso me ha dado que pensar,  ella es una “lagarta” y lo está engatusando. Y ¡cuando venda la casa!, le limpiará los bolsillos y le dejará, sin dinero y sin casa.
Ella, se marchará lejos y no tendrá compasión.

María, es muy fuerte lo que estas pensando, lo mismo te equivocas.

 Lo has puesto muy difícil, y no sé, qué consejo puedo darte. Lo mejor es que hables con tu hermano y les dices las cosas con calma, a ver si consigues abrirle los ojos, ¡Por lo menos! que no venda la casa, sino va a ser un desgraciado toda la vida.

 Buenos días María, a dios, Blilli.  
                                 17-1- 2017     Joaqui.

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