Recuerdos del pasado 13
Un día más del mes de febrero, Juan estaba arreglando las botellas del
vino.
El trabajo era esmerado pues todos los vinos no eran de la misma
calidad, y cada estante de la barra contenía el de la misma garrafa.
Esto le llevaba su tiempo. Antonia en la cocina preparando los
deliciosos callos de ternera, que luego se venderían por raciones en barra.
Los clientes eran los habituales y cada uno tenía sus horas.
Todas las mañanas entraba a tomarse una copa de coñac la señora Alfonsa.
Una señora mayor, vestida de negro, pañuelo a la cabeza, zapatillas de esparto.
Sus faldas de vuelo con su mandil atado atrás a la cintura con un hermoso lazo.
En una bolsa de tela llevaba las monedas que le iban dando.
Papá le servía el coñac y bebía despacio saboreando y contemplando la
copa. Miraba y acariciaba la copa de cristal.
Al terminar, siempre besaba el culo del vaso, pagaba y se despedía hasta
el día siguiente.
No consentía que papá le regalase la copa de coñac, Alfonsa, tenía claro que eso era un lujo y no lo podía pedir.
Esta señora iba pidiendo por las calles, con su cesta de mimbre, una
cesta que se usaban en esos tiempos con tapadera.
Siempre puesta al cuadril. En ella entraba la comida que le daban.
Una persona de aspecto triste,
papá le preguntaba pero ella nunca hablaba de su familia.
Los que la conocían
comentaban que el marido la dejó por otra mujer y ella desde entonces se ve en
una chabola lejos de toda civilización.
El único consuelo que tiene es recorrer la ciudad y beber su copa, de
coñac que es lo que le quita las penas.
21-10-2016 Joaqui.