El siguiente de la boda, a las siete de la mañana, porreó
a la puerta. Me asusté, y salí abrir. Allí me encontré a mi suegra con un
puchero y un paquete en las manos. La miré y pregunte qué pasaba. Alargó las
manos diciendo.
Tomad este chocolate con churros, es para recuperar
fuerzas. Yo no sabía de qué iba, pero cogí los bártulos y dio media vuelta y
cerré la puerta. Llamé a mi esposo y le dije. Venga levanta que tu madre nos ha traído el desayuno.
Hoy hace cuarenta y seis años que nos casamos. Pero
nadie me ha traído el desayuno.
30-07-2013 Joaquina.
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