jueves, 14 de octubre de 2021

lunes, 6 de septiembre de 2021

Historias de cornejo. Las voces del más allá

Fabián cada tarde al salir del trabajo camina con rapidez, para llegar a casa antes que la noche lo alcance. Al pasar por lo alto del puente, un vecino se encuentra parado. Se acerca a él y le pregunta. Enrique llora sin pronunciar palabras, pasado un tiempo le viene a decir que su esposa está enferma y la casa se le derrumba y cuanta más tarde en llegar menos comparte con ella. Fabián consigue llevarlo a su casa. La oscuridad de la noche le llega y el tramo que le falta para llegar a su casa aligera el paso. Cierra la puerta con llave y cerrojo, cena y se va a la cama. Cuál fue su sorpresa que al retira la almohada, se encuentra una bolsa con tres canicas, y las mira y ve que están muy usadas. En ese momento recuerdar que son con las que jugaba con su hermano Julio. Esa noche no pudo dormir. A la mañana siguiente fue al cementerio a conversar con él. Delante de su tumba, ─ le dice. ─ ¿Qué quieres de mí, le he dado el dinero a tu hijo? Un viento salió del nicho que atraviesa su cuerpo. Tiembla y retrocede. Un aire sale de la tumba y le frena. Una mano sale del nicho,y agarra su cuerpo. La voz era clara. ─ Mañana, sin falta, quiero que mis hijos tengan los apellidos que me negaste. Tienes veinticuatro horas. Aquí te espero. De la ultratumba salen voces de las que no hay que echar al olvido Joaquina Campón.

sábado, 4 de septiembre de 2021

Historias de Cornejo. A mi padre

A mi padre. Pasan los días lentos y tortuosos. ¡Tantos, años sin la presencia de un padre bueno! Consumiste las energías pensando en darles a tus hijos lo mejor. Hoy, quizás, estaría sentado tomando el fresco en la casa que con tanto sacrificio construiste. ¡Como es la vida!, lleva cerrada años, y dentro de unos días le diremos a dios para siempre. No puedo por menos derramar unas lagrimas viendo, como se acerca el momento de separarme de ella. Bueno, no quisiera ponerte triste, sobre todo, en el día de tu aniversario. Te trasmito la pena que siento, sé, que sentirás lo mismo. Sentimientos amargos afloran en mí corazón. Me hubiese gustado dar una gran alegría. No llores, ya, no hay vuelta atrás. Pensaremos que en el recorrido que nos queda hasta vernos, habremos olvidado estos malos tragos. ¡Venga, ese abrazo!, que él selle un hermoso día de cumple año. Dile a mamá que nunca olvidaremos los días de gloria que pasamos entre esas cuatro paredes. Besos para los que os marchasteis pronto. Tu hija con todo el cariño. Joaquina Campón.

viernes, 13 de agosto de 2021

La calor

  Historias de Cornejo El calor El viejo reloj, marca las horas posado en la mesilla de noche. Cuando se aburre, para la maquina, para ser mimado. Ese artilugio, requiere unos minutos de atención. Puesta las agujas en orden, solas caminan al compás del sol. A veces, atrasa oh, adelanta. Al dar las tres de la tarde, mes julio, el calor sofocante invade la sala donde se sirve la sopa de tomate. Temida y deseada, empieza el calvario. Cucharada va, el sudor le sigue. Así, hasta vaciar el plato. ¡Qué suplicio! Deseando terminar para salir corriendo a la ducha. La abuela, ríe y continúa comiendo la sandia. Año cincuenta, donde un triste ventilador giraba mirando al personal. Joaquina Campón.

jueves, 12 de agosto de 2021

Las voces del más allá

Historias de Cornejo Las voces del más allá Fabián cada tarde al salir del trabajo camina con rapidez, para llegar a casa antes que la noche lo alcance. Al pasar por lo alto del puente, un vecino se encuentra parado. Se acerca a él y le pregunta. Enrique lloraba sin pronunciar palabras, pasado un tiempo le viene a decir que su esposa está enferma y la casa se le derrumban y cuanta más tarde en llegar menos comparte con ella. Fabián consigue llevarlo a su casa. La oscuridad de la noche le llegó y el tramo que le faltaba, para llegar a su casa aligera el paso. Cerró la puerta con llave y cerrojo, cenó y se marchó a la cama. Cuál fue su sorpresa que al retira la almohada, se encuentra una bolsa con tres canicas, y las mira y ve que están muy usadas. En ese momento tembló al recordar que son con las que jugaba con su hermano Julio. Esa noche no pudo dormir. A la mañana siguiente fue al cementerio a conversar con él. Delante de su tumba, ─ le dice. ─ ¿Qué quieres de mí, le he dado el dinero a tu hijo? Un viento salió del nicho que atraviesa su cuerpo. Horrorizado tembló y dando unos pasos y retrocede, El aire que sale de la tumba le frena. Una mano sale del nicho, agarrando su cuerpo. La voz era clara. ─ Mañana, sin falta, quiero que mis hijos tengan los apellidos que me negasteis. Tienes veinticuatro horas. Aquí te espero. De la ultratumba salen voces de las que no hay que echar al olvido. Joaquina Campón.

miércoles, 11 de agosto de 2021

La sombra de la oscuridad eternas

Historias de Cornejo La oscuridad lejana ¡Anda, deja eso! No estoy preparada. ─ ¿Si te parece? Más adelante hablamos, ¡De lo que tú quieras, ahora, déjame! Mira esos trocitos esparcido, sombras de mis sombras, que no entenderán nada, ─Sube y vuela allá en el infinito, ¡Márchate! La marabunta asoma cuando tú pasa, gruje el sonido dejando desolación, se ve la sombra de la muerte al volver la esquina. Joaquina Campón.

viernes, 30 de julio de 2021

Historias de Cornejo. El pasado

Historias de Cornejo. El pasado. Es el despertar de sus noches y la angustias de sus días. El pasado no vuelve; para su desgracia. ¡Cuántas cosas cambiarían! ¡Ahora, todo está en el pensamiento! Ese que arruina la existencia. Tiene que seguir viviendo con el peso a cuesta por culpa de decisiones mal tomadas. Cuando recuerda su cuerpo delicado lejos de sus cuidados. En manos de extraños y faltando las caricias y el calor que transmite la familia. Los errores una vez cometidos, se graban en lo más hondo del alma para toda la eternidad. Joaquina Campón.

lunes, 26 de julio de 2021

La verdad oculta, Historias de Cornejo

La verdad oculta. Torres de mis sueños donde la noche empieza a vivir. Camina silenciosa, el salón está apartado de la cocina. Jacinta se dirige a él. Al llegar llama a la puerta, detrás le responde una voz. ─ Pase, Jacinta. ─ Buena noche señorito, ¿Le traigo la cena? ─ Sí, haga el favor. Al rato entra con una bandeja llevando en ella, salmón asado, ensalada de hojas tiernas variadas, queso blanco y, de postre, carne de membrillo. ─ Déjela en cima de la mesa y, márchese para casa. ─ Hasta mañana señorito. Camina por calles estrechas buscando la poca iluminación de las bombillas; que, a duras penas, abarcaban las esquinas. Al llegar a una pequeña plaza, se encuentra un hermoso jardín, y en él, unas palmeras de gran altura. El viento movía las ramas y, las sombras del suelo reflejan figuras andantes cabalgando y queriendo atrapar su cuerpo. En mitad del camino vive su tía Herminia, a la que socorre con algo de comida que le ha mangado al amo. Siempre la espera detrás de la ventana, como un pajarillo hambriento. Le entrega la bolsa y se despide. Sigue su camino y al pasar por la puerta de la iglesia, hace una reverencia y se santigua pidiendo perdón por sus males. Atraviesa la calle y ve un corrillo de chicos que escuchan música. Al pasar a su lado uno la para, ─ Alto, ¿dónde va Ud. A estas horas? Asustada y temblorosa responde ─ Voy a mí casa, allí me espera la familia. Pedro, un chico del grupo y le pregunta, ─ ¿qué lleva en la cesta? ─ Llevo un trozo de pan duro, que ha sobrado esta mañana. ─ ¡Qué me está contando, pan duro, cuando pasa por sus manos el pan blando! ─ El blando se lo dejo al señorito. ─Vamos hacer una cosa, ─desde mañana la voy a esperar aquí, y le revisaré la cesta, ¡pero… qué no vuelva a encontrar en ella, pan duro! Aligera el paso hasta llegar a su hogar, allí su hijo sale a su encuentro abrazando a su mamá. Juan, le pregunta, — ¿qué traes hoy mami? Jacinta siempre responde, — ¡en aquella alacena no puede haber tanta comida y en la mía!!! Joaquina campón.

lunes, 19 de julio de 2021

Finca del árbol quemado. Historias de Cornejo

FINCA DEL ÁRBOL QUEMADO Se prometían días dichosos. El río estaba cerca y la alacena repleta de comida. El personal iba llegando y ocupando cada uno su hueco. Las cinco parejas llevaban años compartiendo las salidas nocturnas. Ese día era Fiesta Nacional y estaban los bares cerrados. Julián y Amelia estaban libres. Llegaron al campo los últimos en un carro tirado por un mulo, que le había prestado su vecino. A media mañana todo el personal entraba y salía de la casa de campo. El vestíbulo era amplio, y al fondo se encontraban unas habitaciones donde fueron depositando los bártulos que cada uno llevaba. En el lateral del zaguán había una chimenea con el hogar encendido. Todos reunidos acuerdan las tareas. Fátima fue la primera en llevar las riendas, y mirando al resto de las amigas, se dirige a Amelia. —Mira, Amelia, hemos pensado que tú te encargas de hacer las comidas, y hoy, los chicos van a matar un cordero y haces un frite. Ellos te ayudarán. Mientras, nosotras nos vamos al río— llamó al resto de las chicas y se marcharon. Amelia se desplomó en un asiento de piedra que se hallaba cerca de la puerta. Se sentía tan decepcionada que apenas le quedaban fuerzas para llorar. Julián, al contemplar a su esposa, se sentó junto a ella. Ambos callados, admiraban la belleza de los campos. Tardaron en encajar lo sucedido. Julián limpió unas lágrimas que recorre la mejilla de su esposa. Se quedaron en silencio. — ¿No estarás pensando lo mismo que yo? — preguntó Julián pasado un rato. — Sí, es lo mejor. — dijo Amelia. —Pues venga, ve sacando los bártulos que hemos traído y mientras, voy a por el carro. No te vayas a olvidar la cazuela de las chuletas y el puchero de la chacina, y todo lo demás. Entraron los avíos en el carro y emprendieron el camino río abajo. — ¿Dónde vais? — interpela Fermín. —Vamos a dar una vuelta. — contesta Julián. Al llegar la hora de la comida las chicas entraron e interrogan. — ¿Dónde está Amelia? Los chicos se encogieron de hombros. — ¿Dónde va a estar con la propuesta que le habéis hecho. — dijo Fermín. —Ayer planeamos entre todos, el asunto. — dijo Fátima. — Pues ahora, que cada uno ponga la comida que haya traído. — comentó Antonio. Joaquina Campón

Noche mágica

Lucrecia estaba (está) en el sofá junto a la ventana, donde recibía (recibe) el frescor de la mar. En ese momento sonó (suena) el teléfono.

— Diga— contesta Lucrecia.

Una voz al otro lado del hilo vocifera. — Por favor, ¿puede repetir y hablar más despacio? — le dice Lucrecia.

— ¡Perdone! ¿Me acaba de decir que tengo la cuenta del banco en números rojos? En el teléfono escucha la voz de un hombre, exigiendo que se persone en el banco lo antes posible. Exaltada intenta razonar, pero el teléfono se había cortado.

A su espalda en la habitación escucha la voz de un hombre que desde la puerta le hablaba (habla). Soltó (suelta) el auricular, y poniéndose de pie ve a una persona que se encuentra frente a ella.

— Perdone señora, he terminado de arreglar los enchufes de la televisión, y necesito que firme el albarán para entregarlo en la oficina. — Lucrecia le pide perdón al haberse olvidado de él.

Lucrecia, se encuentra en ropa interior, estaba (está) terminando de vestirse para salir. En ese momento lo contempla y su asombro es ver a un hombre cerca. Lo mira y ve que delante tiene a un desconocido en la puerta de su habitación.

— ¿Cómo se llama?, pregunta Lucrecia.

— Mi nombre es David.

Lucrecia tiene ante ella a un joven alto y musculoso, vestido con pantalón vaquero y un polo de color blanco; sus brazos, al descubierto, y su figura, de compresión atlética. Se encuentra aturdida por la presencia de un extraño en su alcoba. Reacciona rápido y va a su encuentro.

— Márchese y mañana paso a la oficina. — David camina hacia la puerta de salida. — David, ¿quiere tomar un café? — le dice Lucrecia.

David se vuelve. — Tengo otros trabajos pendientes, pero un café no lo rechazo.

Lucrecia le tiende su mano y lo lleva al borde de la cama. Lo contempla y acaricia sus brazos musculosos. David acaricia su cara, besando sus labios, y se ven envueltos en una aureola de pasión. Sus caricias son recíprocas buscando el deseo. Sus manos fueron (van) acariciando cada rincón de sus cuerpos. Se olvidaron (olvidan) de la existencia del mundo, y como el fuego, quemaron (queman) la llama del amor. Al fondo se escuchaba (escucha) la música que en el aire sonaba (suena) al compás de sus caricias. La luna hizo (hace) su aparición, pasando despacio, contemplando sus hermosos cuerpos. Al amanecer, David salió (sale) de puntillas, sin antes contemplar el cuerpo que tanta felicidad le había regalo.

 

lunes, 12 de julio de 2021

Consejos de la abuela Antonia

Historias de Cornejo

 

Consejos que les dio a sus hijas para guisar.

     No eches nunca cuando acoples, distintos ingredientes a distinta temperatura, para unirlos, las cosas ya guisadas pierden la cocción y por eso es muy importante estén todo en la misma temperatura. Así como; el caldo al arroz, los callos al tomate, las judías verdes al tomate frito, en fin, estos trucos valen para que las comidas queden mejor.

Las sardinas en escabeches. Sin embargo, no entran en esta cuestión, porque quizás sean unas de las que hay que echarla según se van frien.

Se hace primero el escabeche, luego se frien las sardinas y cuando se sacan de la sartén se introducen en el caldo. Así quedan tomadas y muy buenas. Forma de hacerlo.

En el mortero se ponen unos ajos (siempre, según cantidad) un poco de sal, hojas de laurel tostadas con fuego (cerillas) y se macha todo bien.

En una fuente se echa el machado con agua y vinagre, incorporar Azafrán. Mover y comprobar de sal y vinagre. Ya está listo para introducir, pesca frita, sardinas, jureles. En fin cualquier cosa.

 

miércoles, 23 de junio de 2021

Historias de Cornejo

 

Historias de Cornejo

 

  Fabián asa noche camina en dirección a su casa. Al llegar al alto que separa las casas del cuartel, observa una sombra que se mueve. Se quedó quieto para comprobar si el miedo le estaba traicionando.

  La sombra se le iba acercando. Retrocedió y al mirar la sombra se proyectaba en todas las direcciones. Su cuerpo se paralizó, pensando en Julio.

La voz de Julio, retumbaba en el aire. — Fabián, Fabián, no te acuerdas de lo que te hablé ayer. Has visto a mi hijo y solo le has prometido parte del trato.

¡A qué esperas!, no vas a descansar, hasta que esté arreglado. El dinero, es lo que menos me preocupa, quiero los apellidos, sin eso, la familia está desnuda ante las críticas del pueblo.

Te voy a dar una semana, pero no olvides que pasado ese tiempo, vendré.

                                                   Joaquina Campón.

 

jueves, 10 de junio de 2021

NOCHE MÁGICA HISTORIAS DE CORNEJO

l teléfono.

— Diga— contesta Lucrecia. Una voz al otro lado del hilo vocifera.

NOCHE MÁGICA

Lucrecia está en el sofá junto a la ventana, donde recibe el frescor del mar. En ese momento suena el teléfono.

— Diga— contesta Lucrecia. Una voz al otro lado del hilo vocifera.

— Por favor, ¿puede repetir y hablar más despacio? — le dice Lucrecia.

— ¡Perdone! ¿Me acaba de decir que tengo la cuenta del banco en números rojos? — En el teléfono escucha la voz de un hombre, exigiendo que se persone en el banco lo antes posible. Exaltada intenta razonar, pero el teléfono se había cortado.

A su espalda, en la habitación, escucha la voz de un hombre que desde la puerta le habla. Suelta el auricular, y poniéndose de pie, ve a una persona que se encuentra frente a ella.

— Perdone señora, he terminado de arreglar los enchufes de la televisión, y necesito que firme el albarán para entregarlo en la oficina— Lucrecia le pide perdón al haberse olvidado de él.

Lucrecia se encuentra en ropa interior, está terminando de vestirse para salir. En ese momento lo contempla y su asombro es ver a un hombre cerca. Lo mira y ve que delante tiene a un desconocido en la puerta de su habitación.

— ¿Cómo se llama?, pregunta Lucrecia.

— Mi nombre es David.

Lucrecia tiene ante ella a un joven alto y musculoso, vestido con pantalón vaquero y un polo de color blanco; sus brazos, al descubierto, y su figura, de compresión atlética. Se encuentra aturdida por la presencia de un extraño en su alcoba. Reacciona rápido y va a su encuentro.

— Márchese y mañana paso a la oficina. — David camina hacia la puerta de salida.

— David, ¿quiere tomar un café? — le dice Lucrecia.

David se vuelve.

— Tengo otros trabajos pendientes, pero un café no lo rechazo.

Lucrecia le tiende su mano y lo lleva al borde de la cama. Lo contempla y acaricia sus brazos musculosos. David acaricia su cara, besando sus labios, y se ven envueltos en una aureola de pasión. Sus mimos son recíprocos buscando el deseo. Sus manos van acariciando cada rincón de sus cuerpos. Se olvidan de la existencia del mundo, y como el fuego, quema la llama del amor. Al fondo se escucha la música que suena al compás de sus carantoñas. La luna hace su aparición, pasando despacio, contemplando sus hermosos cuerpos. Al amanecer, David sale de puntillas, sin contemplar el cuerpo que tanta felicidad le había regalado.

Joaquina Campón

— Por favor, ¿puede repetir y hablar más despacio? — le dice Lucrecia.

— ¡Perdone! ¿Me acaba de decir que tengo la cuenta del banco en números rojos? — En el teléfono escucha la voz de un hombre, exigiendo que se persone en el banco lo antes posible. Exaltada intenta razonar, pero el teléfono se había cortado.

A su espalda, en la habitación, escucha la voz de un hombre que desde la puerta le habla. Suelta el auricular, y poniéndose de pie, ve a una persona que se encuentra frente a ella.

— Perdone señora, he terminado de arreglar los enchufes de la televisión, y necesito que firme el albarán para entregarlo en la oficina— Lucrecia le pide perdón al haberse olvidado de él.

Lucrecia se encuentra en ropa interior, está terminando de vestirse para salir. En ese momento lo contempla y su asombro es ver a un hombre cerca. Lo mira y ve que delante tiene a un desconocido en la puerta de su habitación.

— ¿Cómo se llama?, pregunta Lucrecia.

— Mi nombre es David.

Lucrecia tiene ante ella a un joven alto y musculoso, vestido con pantalón vaquero y un polo de color blanco; sus brazos, al descubierto, y su figura, de compresión atlética. Se encuentra aturdida por la presencia de un extraño en su alcoba. Reacciona rápido y va a su encuentro.

— Márchese y mañana paso a la oficina. — David camina hacia la puerta de salida.

— David, ¿quiere tomar un café? — le dice Lucrecia.

David se vuelve.

— Tengo otros trabajos pendientes, pero un café no lo rechazo.

Lucrecia le tiende su mano y lo lleva al borde de la cama. Lo contempla y acaricia sus brazos musculosos. David acaricia su cara, besando sus labios, y se ven envueltos en una aureola de pasión. Sus mimos son recíprocos buscando el deseo. Sus manos van acariciando cada rincón de sus cuerpos. Se olvidan de la existencia del mundo, y como el fuego, quema la llama del amor. Al fondo se escucha la música que suena al compás de sus carantoñas. La luna hace su aparición, pasando despacio, contemplando sus hermosos cuerpos. Al amanecer, David sale de puntillas, sin contemplar el cuerpo que tanta felicidad le había regalado.

Joaquina Campón