jueves, 14 de octubre de 2021
lunes, 6 de septiembre de 2021
Historias de cornejo. Las voces del más allá
sábado, 4 de septiembre de 2021
Historias de Cornejo. A mi padre
viernes, 13 de agosto de 2021
La calor
jueves, 12 de agosto de 2021
Las voces del más allá
miércoles, 11 de agosto de 2021
La sombra de la oscuridad eternas
viernes, 30 de julio de 2021
Historias de Cornejo. El pasado
lunes, 26 de julio de 2021
La verdad oculta, Historias de Cornejo
lunes, 19 de julio de 2021
Finca del árbol quemado. Historias de Cornejo
Noche mágica
Lucrecia estaba (está) en el sofá junto a la ventana, donde recibía (recibe) el frescor de la mar. En ese momento sonó (suena) el teléfono.
— Diga— contesta Lucrecia.
Una voz al otro lado del hilo vocifera. — Por favor, ¿puede repetir y hablar más despacio? — le dice Lucrecia.
— ¡Perdone! ¿Me acaba de decir que tengo la cuenta del banco en números rojos? En el teléfono escucha la voz de un hombre, exigiendo que se persone en el banco lo antes posible. Exaltada intenta razonar, pero el teléfono se había cortado.
A su espalda en la habitación escucha la voz de un hombre que desde la puerta le hablaba (habla). Soltó (suelta) el auricular, y poniéndose de pie ve a una persona que se encuentra frente a ella.
— Perdone señora, he terminado de arreglar los enchufes de la televisión, y necesito que firme el albarán para entregarlo en la oficina. — Lucrecia le pide perdón al haberse olvidado de él.
Lucrecia, se encuentra en ropa interior, estaba (está) terminando de vestirse para salir. En ese momento lo contempla y su asombro es ver a un hombre cerca. Lo mira y ve que delante tiene a un desconocido en la puerta de su habitación.
— ¿Cómo se llama?, pregunta Lucrecia.
— Mi nombre es David.
Lucrecia tiene ante ella a un joven alto y musculoso, vestido con pantalón vaquero y un polo de color blanco; sus brazos, al descubierto, y su figura, de compresión atlética. Se encuentra aturdida por la presencia de un extraño en su alcoba. Reacciona rápido y va a su encuentro.
— Márchese y mañana paso a la oficina. — David camina hacia la puerta de salida. — David, ¿quiere tomar un café? — le dice Lucrecia.
David se vuelve. — Tengo otros trabajos pendientes, pero un café no lo rechazo.
Lucrecia le tiende su mano y lo lleva al borde de la cama. Lo contempla y acaricia sus brazos musculosos. David acaricia su cara, besando sus labios, y se ven envueltos en una aureola de pasión. Sus caricias son recíprocas buscando el deseo. Sus manos fueron (van) acariciando cada rincón de sus cuerpos. Se olvidaron (olvidan) de la existencia del mundo, y como el fuego, quemaron (queman) la llama del amor. Al fondo se escuchaba (escucha) la música que en el aire sonaba (suena) al compás de sus caricias. La luna hizo (hace) su aparición, pasando despacio, contemplando sus hermosos cuerpos. Al amanecer, David salió (sale) de puntillas, sin antes contemplar el cuerpo que tanta felicidad le había regalo.
lunes, 12 de julio de 2021
Consejos de la abuela Antonia
Historias de Cornejo
Consejos que les dio a sus hijas para guisar.
No eches nunca cuando acoples, distintos ingredientes a distinta temperatura, para unirlos, las cosas ya guisadas pierden la cocción y por eso es muy importante estén todo en la misma temperatura. Así como; el caldo al arroz, los callos al tomate, las judías verdes al tomate frito, en fin, estos trucos valen para que las comidas queden mejor.
Las sardinas en escabeches. Sin embargo, no entran en esta cuestión, porque quizás sean unas de las que hay que echarla según se van frien.
Se hace primero el escabeche, luego se frien las sardinas y cuando se sacan de la sartén se introducen en el caldo. Así quedan tomadas y muy buenas. Forma de hacerlo.
En el mortero se ponen unos ajos (siempre, según cantidad) un poco de sal, hojas de laurel tostadas con fuego (cerillas) y se macha todo bien.
En una fuente se echa el machado con agua y vinagre, incorporar Azafrán. Mover y comprobar de sal y vinagre. Ya está listo para introducir, pesca frita, sardinas, jureles. En fin cualquier cosa.
miércoles, 23 de junio de 2021
Historias de Cornejo
Historias de Cornejo
Fabián asa noche camina en dirección a su casa. Al llegar al alto que separa las casas del cuartel, observa una sombra que se mueve. Se quedó quieto para comprobar si el miedo le estaba traicionando.
La sombra se le iba acercando. Retrocedió y al mirar la sombra se proyectaba en todas las direcciones. Su cuerpo se paralizó, pensando en Julio.
La voz de Julio, retumbaba en el aire. — Fabián, Fabián, no te acuerdas de lo que te hablé ayer. Has visto a mi hijo y solo le has prometido parte del trato.
¡A qué esperas!, no vas a descansar, hasta que esté arreglado. El dinero, es lo que menos me preocupa, quiero los apellidos, sin eso, la familia está desnuda ante las críticas del pueblo.
Te voy a dar una semana, pero no olvides que pasado ese tiempo, vendré.
Joaquina Campón.
jueves, 10 de junio de 2021
NOCHE MÁGICA HISTORIAS DE CORNEJO
l teléfono.
— Diga— contesta Lucrecia. Una voz al otro lado del hilo vocifera.
NOCHE MÁGICA
Lucrecia está en el sofá junto a la ventana, donde recibe el frescor del mar. En ese momento suena el teléfono.
— Diga— contesta Lucrecia. Una voz al otro lado del hilo vocifera.
— Por favor, ¿puede repetir y hablar más despacio? — le dice Lucrecia.
— ¡Perdone! ¿Me acaba de decir que tengo la cuenta del banco en números rojos? — En el teléfono escucha la voz de un hombre, exigiendo que se persone en el banco lo antes posible. Exaltada intenta razonar, pero el teléfono se había cortado.
A su espalda, en la habitación, escucha la voz de un hombre que desde la puerta le habla. Suelta el auricular, y poniéndose de pie, ve a una persona que se encuentra frente a ella.
— Perdone señora, he terminado de arreglar los enchufes de la televisión, y necesito que firme el albarán para entregarlo en la oficina— Lucrecia le pide perdón al haberse olvidado de él.
Lucrecia se encuentra en ropa interior, está terminando de vestirse para salir. En ese momento lo contempla y su asombro es ver a un hombre cerca. Lo mira y ve que delante tiene a un desconocido en la puerta de su habitación.
— ¿Cómo se llama?, pregunta Lucrecia.
— Mi nombre es David.
Lucrecia tiene ante ella a un joven alto y musculoso, vestido con pantalón vaquero y un polo de color blanco; sus brazos, al descubierto, y su figura, de compresión atlética. Se encuentra aturdida por la presencia de un extraño en su alcoba. Reacciona rápido y va a su encuentro.
— Márchese y mañana paso a la oficina. — David camina hacia la puerta de salida.
— David, ¿quiere tomar un café? — le dice Lucrecia.
David se vuelve.
— Tengo otros trabajos pendientes, pero un café no lo rechazo.
Lucrecia le tiende su mano y lo lleva al borde de la cama. Lo contempla y acaricia sus brazos musculosos. David acaricia su cara, besando sus labios, y se ven envueltos en una aureola de pasión. Sus mimos son recíprocos buscando el deseo. Sus manos van acariciando cada rincón de sus cuerpos. Se olvidan de la existencia del mundo, y como el fuego, quema la llama del amor. Al fondo se escucha la música que suena al compás de sus carantoñas. La luna hace su aparición, pasando despacio, contemplando sus hermosos cuerpos. Al amanecer, David sale de puntillas, sin contemplar el cuerpo que tanta felicidad le había regalado.
Joaquina Campón
— Por favor, ¿puede repetir y hablar más despacio? — le dice Lucrecia.
— ¡Perdone! ¿Me acaba de decir que tengo la cuenta del banco en números rojos? — En el teléfono escucha la voz de un hombre, exigiendo que se persone en el banco lo antes posible. Exaltada intenta razonar, pero el teléfono se había cortado.
A su espalda, en la habitación, escucha la voz de un hombre que desde la puerta le habla. Suelta el auricular, y poniéndose de pie, ve a una persona que se encuentra frente a ella.
— Perdone señora, he terminado de arreglar los enchufes de la televisión, y necesito que firme el albarán para entregarlo en la oficina— Lucrecia le pide perdón al haberse olvidado de él.
Lucrecia se encuentra en ropa interior, está terminando de vestirse para salir. En ese momento lo contempla y su asombro es ver a un hombre cerca. Lo mira y ve que delante tiene a un desconocido en la puerta de su habitación.
— ¿Cómo se llama?, pregunta Lucrecia.
— Mi nombre es David.
Lucrecia tiene ante ella a un joven alto y musculoso, vestido con pantalón vaquero y un polo de color blanco; sus brazos, al descubierto, y su figura, de compresión atlética. Se encuentra aturdida por la presencia de un extraño en su alcoba. Reacciona rápido y va a su encuentro.
— Márchese y mañana paso a la oficina. — David camina hacia la puerta de salida.
— David, ¿quiere tomar un café? — le dice Lucrecia.
David se vuelve.
— Tengo otros trabajos pendientes, pero un café no lo rechazo.
Lucrecia le tiende su mano y lo lleva al borde de la cama. Lo contempla y acaricia sus brazos musculosos. David acaricia su cara, besando sus labios, y se ven envueltos en una aureola de pasión. Sus mimos son recíprocos buscando el deseo. Sus manos van acariciando cada rincón de sus cuerpos. Se olvidan de la existencia del mundo, y como el fuego, quema la llama del amor. Al fondo se escucha la música que suena al compás de sus carantoñas. La luna hace su aparición, pasando despacio, contemplando sus hermosos cuerpos. Al amanecer, David sale de puntillas, sin contemplar el cuerpo que tanta felicidad le había regalado.
Joaquina Campón