No sé si son cosas mías o,
la vejez, llega dando pasos cortos. Llevo observando un tiempo que mi persona
no es ella, sino otra que lleva las riendas de mis músculos y las riendas de
todo el cuerpo.
Esto lo llevo arrastrando
un largo tiempo. Mis ideas se confunden con el pensamiento
que se niega a aceptar lo que no quiere ver. Por más que busco no encuentro una
solución; ¡si es qué esto la tiene! El camino es tan incierto que no deja ver
con claridad ni el presente, ni el final.
¿Qué se puede hacer en
estos casos? ¡Claro!, todos dirán que seguir caminando, ¡pero, de qué lado!
¡Del que no queremos ver! Ese, ese no nos conviene por ello seguimos y
ese camino es igual que la concha de las animales. Conforme van creciendo la concha
sigue su curso y va transportando el cuerpo al lugar que le corresponde.
Buenas tardes amigos.
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