viernes, 6 de octubre de 2017

El miedo






Siete de la tarde, el aburrimiento me carcomía, toda la tarde cosiendo los calcetines de los hermanos pequeños. Nunca se acababa esta labor si querías que al día siguiente fuesen al colegio cosidos.
Cuando volvían, los dedos de los pies, seguían fuera del calcetín. 
Cogí el cántaro y fui a por agua. La fuente estaba al final de la calle, bajando la Calle Aguacil. Allí cerca de los Pilones donde bebían las vacas y los burros. Me senté a ordenar mis ideas. Contemplé el monte donde en sus días estaban depositados todos los desechos de los Curtidores.  Con ellos los animales poblaban el monte.
Embebida en mi pensamiento, se me echó la oscuridad encima. Cogí el cántaro y dispuse la marcha.
Pero, una mano se posó en el hombro, con voz ronca hablaba. La oscuridad no me dejaba ver el rostro del personaje. El miedo no dejaba que pensase, y retrocedí un paso. Con la oscuridad no me fije en el abrevadero y caí dentro. La profundidad era poca y me vi sentada dentro del pilón. Solo escuchaba una risa, que a mí me molestaba. Con ayuda de las manos fuertes de Blas, pude salir. Él seguía riendo.
No tiene ninguna gracia, al escuchar su voz el miedo se apoderó de mí. era el vecino que en su día comentaban en el pueblo que toda su familia había desaparecido y se sospechaba que los había matados a todos.
Salí del pilón y eché a correr, se me había olvidado el cántaro pero no tuve intención de ir a buscarlo.
                                           6-10-2017    Joaqui.

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