EL CIPRÉS.

                       El Ciprés.

   Así vivió él. Alejado de la tierra que le rodeaba,-bueno de la familia-, mirado al cielo esperando el día del juicio final.

   En  su corta vida solamente su madre le mimó y atendió en cada momento, pero le faltó ella y su persona fue dando tumbos hasta el final de sus días. Según los más cercanos le faltaban unas cocciones (no sé que será eso) para ser queridos por todos. Claro que su carácter era un poco rebelde y así le fue. 

   Hay que tener mucha paciencia para sobre llevar a una persona que no se viene a razones.

   Pero ha llagado el día que tanto esperaba, ¡reunirse con su madre!

   Lo más extraño el día del entierro, fue su mechón de pelo que le quedó fuera del féretro. Cuando miramos la caja, toda la atención era mirar sus canas, la misa no fue capaz de atraer nuestras mentes, los ojos nos desviaban cerca de la tapadera, el mechón se movía sin estarse quieto como si al Ciprés le estuviera molestando  que el mechón no se iría a la tumba con él, el mechón recorría la grieta de la tapadera, de un lado para otro sin conseguir introducirse para dentro.

   Casi terminada la misa por fin las canas se fueron resbalando hasta quedar totalmente ocultas. Respiramos los presentes que estábamos observando el mechón y nos pusimos a escuchar la misa, pero el sacerdote nos estaba dando la bendición de despedida, mis hermanas y yo nos mirábamos intentando comentar lo sucedido pero no encontrábamos palabras para entender lo que había pasado, parecía brujería el mechón de un lado para otro hasta entrar en la caja, ¿Quien lo estaría moviendo? El aire en la sala era constante, nos acariciaba la cara, un aire molesto, pero las canas del Ciprés eran la atracción del momento. Se suponía que estábamos en la misa de un difunto, pero en la caja las corrientes de aire eran muy activa y por mucho que le dábamos vuelta no encontrábamos una respuesta lógica, claro que para el Ciprés lo suyo era llevarse todo su pelo a la tumba y no dejar atrás nada de lo que le pertenecía.

    Terminó la misa y con ella la pesadilla del

                     17-5-2012 Joaquina Campón.