LOS CUADROS.
Felisa, (Hermana de mi suegra) estuvo trabajando con unos amos toda la vida, supo darse a querer y fue la que crió a todos los hijos y nietos de su ama,
Los cuidó siempre y en los últimos momentos de su vida, fue la que estuvo en su lecho de muerte cuidando y velando por ella.
Cuando murió el ama, Felisa pensaba siempre que la tendría en cuenta en su testamento, pero no fue así. Su desilusión la entristeció, porque ella se había portado muy bien.
Felisa lo único que tenía del ama, eran unos cuadros que le entregó, unos días entes de su muerte.
Felisa los colgó en su pasillo, y cada vez que los miraba, pensaba lo mismo, y decía ¡Mira, esto es lo que tengo de ella!
Pasado un tiempo, uno de los cuadros se calló y se desprendió la estampa, de la seda que tenía el marco. En el suelo cerca de la estampa cayeron unos papeles, cogimos estos y comprobamos que eran unos cheques al portador en toda regla.
Con ellos nos fuimos al banco, Felisa iba asustada, pero en el banco no notábamos nada raro.
Salió el director y nos pasó al despacho, preguntando de donde habíamos sacado dicho cheque, Felisa le contó el asunto, diciendo que ella había cuidado a su ama cuarenta años de su vida, y que entendía que la hubiera regalado algo.
Nos dijo, esto hay que revisar ciertas normas, las llamaremos.
Pasado unos días y llamó el director. Ya en el banco nos confirmó que estaba todo en regla, y si quería el dinero o, lo dejaba en el banco. No, de-me un millón de pesetas, y el resto lo pasa a mi cartilla.
Al director le costó darnos la poca cantidad que le pidió Felisa, pero no tuvo más remedio.
Después de recoger el dinero y hacer los cambios, nos despidió en la puerta, diciendo, buenos días señoras, vuelvan cuando gusten, aquí estamos para servir al cliente.
8-7-2012, Joaquina Campón.