jueves, 24 de mayo de 2012
EL TELÉFONO.
EL TELÉFONO.
El teléfono suena pero no lo coge, esto sucede constantemente, pero nunca hay respuesta. ¿Tengo tanto que contarte? Y sé que serías la única que me ibas a entender, porque tú eres igual que yo. Esta mañana he ido a tu casa y no estaba allí, así no pude contarle el motivo de mi visita.
Tengo que contarte lo que pasa por mi vida.
Estoy sola madre, y solo tú eres la única que sabe darme compañía y escuchar mis penas. Vagando por la calle encontré una ermita pequeña, de esas que hasta las ideas resuenan en las paredes. Allí encontré la forma de comunicarme contigo, empecé por los más cercanos.
La familia…
Los amigos...
¿Dónde andan? En los momentos de soledad tú eres mi único refugio, la que me comprende, me escucha y tranquiliza. Pero ahora no soy capaz de dar contigo, parece que estas huyendo el encuentro.
No sabes qué triste es la soledad, sobre todo estando rodeada de personas, pero con ninguna soy capad que mis pensamientos sean comprendidos, según ellos yo nunca tengo razón en nada. Mis ideas son torpes y lo único que hay que hacer para que te comprendan es, anular tus pensamientos y seguir a todo el que te rodee sin expresar nada de ti. Si dicen… ahora toca reír, bueno pues a reír todo aunque no se tenga ganas, o lo que veas no tenga ninguna gracia. Y si es al contrario igual, aunque estén criticando, o pateando a alguien, yo no soy capad de traicionar mis ideas y pienso que ese es mi mayor defecto.
Pero por mis ideas que intento llevar a raja tabla, me veo sola sin compresión de los demás. Aquí es donde entras tu ¿Cómo puedo llevarme bien con el mundo si no cambio?
Ahora en confianza, ¿tú crees que esto tiene solución? Para eso te necesito a mi lado, tus consejos serian de gran utilidad.
Ha entrado una monja en la ermita y si te cuento algo más se pondrá triste si piensa como yo, así mañana vendré y por fin te encuentro.
17-5- 2012 Joaquina Campón.
19-5-2012.
Aquí estoy otra vez haber si hoy tengo más suerte.
Cuando salí ayer de la ermita, me encontré con una que en años atrás éramos amigas, -o eso parecía- porque los amigos de verdad no existen, o así lo considero yo, por una parte pienso que soy muy exigente, a mí recurren los demás, a contarme sus problemas, los escucho y soy una tumba, guardando hasta el más mínimo detalle de crítica, y he comprobado que lo poco que yo comento en momentos depresivos, cuando menos lo espero me lo sueltan en la cara, -que pasa con esto-, o me tienen por débil o no sé cómo tratar a los que me rodean.
Pienso que no se puede ir por la vida vendiendo a las gentes de esa manera, por esta y tantas cosas más ¿Cómo puedo tener confianza en nadie?
Por eso madre, debes de aconsejarme como tratar a los cercanos a una, para ser feliz y estar contentos ellos y yo crees que la solución es ¿vivir sin pedir nada a cambio? Pasar de todos reír cuando rían los demás, sin fijarse en lo que pasa a tu alrededor, claro que esto conlleva anular tu mente, y pensar como ellos, ¿tú crees que esto hay que hacer? Claro que para eso hay que reciclas la mente actual.
Eso habrá que estudiarlo en el presente, aunque por mi parte lo meditaré y veré que puedo hacer. Me temo que seguiré sola.
En Cáceres a 19- de mayo de 2012.
Joaquina Campón.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario