martes, 15 de mayo de 2012

EL CEREZO.

EL CEREZO. El cerezo en flor es un de las maravilla de la naturaleza, el Valle del Jerte es visitado por el mundo entero, los días de su floración es como una sábana blanca cubriendo todo el Valle, parece una sábana blanca tendida a solear y cuando la mueve el viento parecen las olas del mar, pero con una blancura especial, y cuando los frutos están maduros se recolectan a mano uno a uno para no ser dañados y en los almacenes se clasifican para la venta. El mío en concreto no tiene muchos hermanos, el mes de Junio las Cerezas empiezan su color oscuro, señal que su maduración esta cerca, a finales de Junio está el fruto delicioso para disfrutar de su jugo. El día de su recogida es un lujo extraer los rubíes, des de el suelo se van cogiendo y llenas la casta, cuando te das cuenta y en las partes altas de árbol que dan más frutos que des de el suelo no hay quien los coja, es entonces cuando decido subir y terminar, cogí una bolsa me la puse en el hombro y empecé a subir y sin darme cuenta estaba en lo alto del árbol, al final de este tapada entre las nubes, vi una escalinata, esto me extraño nunca antes las había visto. Mi curiosidad no me dejaba de moverme y estuve dudando si seguir o bajar ¡Pensaba, qué habrá ahí arriba! Pudo más mi curiosidad bolsa al hombro y seguí las escaleras, eran muy repinadas pero yo seguía subiendo. En la mitad de la escalera encontré a una persona llorando le pregunté y me contestó que allí no había sitio para ella. Más arriba encontré mas todos decían lo mismo, pero yo seguí subiendo. Al terminar la escalera encontré una puerta llamé y me abrió una señora vestida de negro, me pregunto que donde quería ir y le dije, ¡Cómo voy a saber donde quiero ir si no se donde estoy! Me Dijon esto el Cielo, se me doblaron las Piernas y me senté en la escalera, no sabía que contestar, le dije, con voz entre cortada quisiera ver a San Pedro, está muy ocupado y en este momento no puede ver a nadie, esperaré, me senté en la escalera. Salían personas y todas muy tristes, comentaban que ellas no habían hecho nada a nadie. Por fin salió la mujer de negro y dijo pase, entré con mucho miedo pero la curiosidad mata. Conforme iba andando observaba lo grandioso de las estancias salones forrados de verde oliva muy brillantes, al fondo de una sala había una mesa negra muy grande con solo dos sillones, en uno estaba sentado San Pedro, vestido de blanco me quedé lejos pero él me dijo no venga y siéntese aquí y no tenga miedo y tome asiento por favor. Cuénteme ¿Cómo ha venido si toda vía no le ha llegado la hora? Solo he venido a traer estas cerezas de mi huerto y no sabía que por mi cerezo llegaría aquí, pero ya que estoy le regalo la bolsa, las puse en la mesa y dijo, conozco este fruto todos los años me mandan las mejores, han traído otras de otros campos pero las de Extremadura son especiales. Le dije, ya que estoy aquí quisiera saber donde iré cuando me llegue el día, esa pregunta no se puede contestar ahora porque las personas cambian mucho a lo largo de la vida, por eso nadie tiene el cielo ganado hasta el final del camino. Puedo preguntar por mis familiares más allegados. Si pero solo te puedo contestar que están juntos y felices, quisiera hacer tantas preguntas que no sabría por dónde empezar. Me contestó, no me hagas ninguna, todas te serán contestadas cuando tu vengas, buenas tardes. Me puse en camino con la bolsa vacía pero contenta de saber que mi familia estaba bien. La bajada fue penosa, pero en mitad del camino vinieron dos águilas y agarrándome con sus garras volando me llevaron al huerto, para asombro de mis familiares cuando me vieron llegar con esos pájaros tan grandes, se pusieron muy nerviosos y asustados, las águilas les empezaron a hablar y los tranquilizaron hablando con ellos, dieron un paseo por el campo después levantaron el vuelo y desaparecieron en el aire. La familia me acorraló preguntando sin parar, que había pasado, pero había sido tanta emoción que no podía contarles nada, entre otras cosas porque no haban a entender lo vivido. 7-5-2011, Joaquina Campón.

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