EL ENTIERRO DE LA “TIA PACA”.
La “Seña” Paca se puso enferma, le gustaba comer, se privaba de poco, de andar menos toda vía.
Pasó de lo que no se libra nadie, coma o no coma.
Le llegó el día que todos esperamos, desde nuestra corta edad.
Todos los familiares y amigos y el pueblo entero.
Porque este es pequeño, se reunieron junto al féretro, con la fallecida en medio, todos lloraban. Iban retrasando la hora del entierro.
Pero se echaba la noche en cima y decidieron empezar el camino.
Caja en hombros camino del cementerio. Bajando cuestas y más cuestas, hasta llegar al lugar donde empieza la subida. Esta era la más temida, empezaron a subir.
Cuestas, piedras, peñas, resbaladiza, esto era lo que esperaba. Todo el camino igual.
El cansancio se iba apoderando de todos, los más viejos, se empezaron a negar.
Pero había que seguir, llegando casi al final, ya al filo del castillo, la cuesta era una auténtica pendiente.
Solo los más jóvenes se atrevieron a terminar el último tramo.
En mitad de la cuesta, se resbaló un chico, con este la caja, se fue con él.
La “seña” Pepa bajo rodando cuesta abajo, los demás no pudieron hacer nada.
Solo inclinar la cabeza con forme bajaba, empezaron a dar voces para avisar a los demás.
Dando tumbos la caja paró en una peña. No tenían fuerzas para empezar de nuevo.
Uno de los más viejos, “Tío Jaime”, hay que poner la soga.
Fueron a por ella, ataron la caja y empezaron a tirar des de arriba.
En los recodos del camino, los demás ayudaban a desenganchar el féretro,
De pues de mucho penar, llegó al banco en el único sitio llano que hay en ese pueblo.
El banco es de cantería gracias a él y la fuente de al lado, se puede respirar un rato.
Fue penosa la subida, pero llegó, al entrar el cementerio era desolador. Abandonado y en ruinas sus nichos.
Enterraron a la difunta y al salir del cementerio, se sentaron en la zona de recreo.
Empezaron a deliberar sobre lo ocurrido, no había sido nada fácil llegar hasta allí.
Los mayores lloraban, cuando miraban los nichos del Campo Santo tan deteriorados.
Había que solucionar esto, lloraban por no poder atender a sus muertos, pero la mala accesibilidad, no les permitía subir.
Están cansados de vivir es dos metros a la redonda, el resto es todo, subidas y bajadas.
Los niños, de los pocos que quedan, solo están allí hasta la edad escolar, luego se marchan a la ciudad, con esto cada vez el pueblo, está más vacío.
Las vecinas poco salen a la calle, con la inestabilidad de estos, no salen de sus puertas.
Triste, muy, triste.
Se sabe que los niños su vicio es la pelota, ‘pero eso no es posible, el pueblo, solo es para ir a visitarlo de vacaciones, los paisajes que se divisan desde el cementerio, son dignos de contemplar, pero solo eso contemplativo.
El pueblo solo vale, para la paz de los del más allá.
Los mayores lloraban por no poder atender a sus muertos, tener el nicho con flore, y rezar a su lado, esto ayuda a la paz interior.
Septiembre del 2010. Joaquina Campón
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