Margarita era una silla corriente, vivía en casa de unos marqueses, su mansión estaba ubicada en medio de una gran extensión de terreno, en el no se veían los límites de sus tierras, la casa era señorial y solariega, salones inmensos, habitaciones decoradas con las mejores sedas traídas des de oriente, tonos malvas, rojos, y azules, amplias y espaciosas, muebles del estilo de Luis XV, el día 25--12--2010, la madre de los marqueses, cumple 100, años, doña Eugenia, que así se llama,
El personal de la casa, tenían cada uno su misión, limpiar, fregar, preparar la vajilla para las grandes ocasiones, hacer las comidas para tanto personal, en fin quedar la casa en orden y dispuesto todo para tal evento, todo estaba preparado, a la hora señalada.
Dieron las 7 de la tarde y empezaron a llegar los invitados, Tía Lola, el señor cura, el médico, hasta un cantante de ópera famoso.
A la hora señalada, todos estaban en el salón. Margarita y sus hermanas fueron las más solicitadas por los invitados, el afán de estos era posar sus hermosos “culos” en sus faldas, estas estaban indignadas por qué no las dejaban de ver a todos los allí presentes para poder criticar, cuando se fueran, de lo elegantes que estaban algunos, y la pobreza de los familiares, menos pudientes,(que había de todo). Tía rosa, era la más pobre, contaban los familiares, que el padre, se jugó a las carta, el dinero y las propiedades, de la familia, y ellos arrastran la pobreza de por vida.
Llego Jaime (un arquitecto famoso amigo de la familia) y dijo, ¡Hombre, una silla libre!
--- Oyes Jaime, no te sientes aquí.
-------Pero bueno.
-------Nada, nada, busca otra, yo también quiero ver.
-------No hay, otra libre.
-------Te las apañas, sino te vas a la escalera.
------- ¿Quieres que me siente en la escalera, con mi traje nuevo?
---lo siento, “Dijo Margarita” yo también estoy en esta fiesta.
-----Pues lo siento, porque los zapatos me están haciendo polvo los pies.
Margarita lo tuvo que coger con mala gana, no le importó, la fiesta no había empezado. Lo que más le molestó fueron sus kilos.
----Oyes Jaime, no crees que debes perder unos quilos.
----Me estás llamando gordo.
----No, te estoy llamando camión, anda vete a buscar otra silla.
----Que te lo crees tú.
Jaime no hizo caso y Margarita dio aviso a sus amigas las pulgas
-----Venga parásitos a trabajar.
----Donde quieres que le dé el primero.
----En la cacha derecha que es la que más me duele.
El pequeño preguntó.
----Por donde empiezo.
.----Tú vete al pantalón y empiezas en el tobillo hasta las ingles.
----Voy tío.
Jaime estaba tan entusiasmado con la música, que no advirtió nada, pero cuando la familia pulga estaba a sus anchas y picando por todas partes. Jaime empezó a gritar y con gran espaviento, intentaba a manotazos quitarse de encima aquel malestar.
Margarita contenta y libre de la masa, sonreía.
----Jaime dijo, esto es cosa tuya.
----Te lo advertí.
----Eres mala.
----Más malo eres tú.
---Yo malo.
---Si no cuidas tu salud.
---Y a ti, que te importa.
---Claro que me importa, tan bien sufro las consecuencias,
Soportando tus quilos.
---Para eso estás.
---No, yo estoy para que descansen las personas normales.
---Será descarada.
---Más descarado eres tú.
---Y no te vuelvas a sentar, que tengo una buena remesa, y esta vez te los mando todos.
Se marcharon los comensales, se quedaron las hermanas sillas alrededor del hogar, contando sus fechorías.
--Margarita dice, ¿Banca a quien cogiste? Me tocó Hortensia, la hermana de tía Consuelo, la pobre estaba triste, porque era la peor arreglada, su vestido era el de hace muchos años y al lado de los parientes ricos, no se encontraba cómoda, (contaban su cuñado que se jugó la herencia en una subasta, quedando a la familia en la ruina).
¿Y tú a quien cogiste Margarita?
-----No me hables, me tocó el gordo de Jaime, todas ríen, está como un cepote.
-----Regina dice, a mí me tocó la abuela Ambrosia, con las prisas y emociones no se lavó, y me dio la noche.
----- ¡Que dices, eso no fue nada, a mí me tocó “el señor cura” Y se cagó los calzones, estuve sin conocimiento toda la noche, aun estoy mareada.
Consuelo dijo, lo mío no fue mejor, me echaron la tarta encima, y estoy tiesa como un ajo.
Entre risas y burlas pasaron la noche, amaneciendo el alba se quedaron rendidas, esperando la próxima fiesta.
Joaquina Campón. 11-10-1992. Cáceres
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