domingo, 20 de diciembre de 2020
Historias de Cornejo, Puto dinero
Historias de Cornejo
Atando los cordones de la zapatilla de deportes, se las echa a hombro y dando un portazo sale a calle.
Momentos antes le había pedido a su esposo, dinero para comprar un pollo, este se había negado diciendo.
─ Eso es un despilfarro, la noche de fin de año, es una más.
Mira su bolso y comprueba que hay unas cuantas pesetas, y piensa que con eso no hay suficiente.
Dando vuelta al asunto, se acuerda de todos los que tiene su vecino en el corral. Ni corta ni perezosa va en su busca.
Se apresura camino de tan deseado pollo. Al llegar se tropieza con el guardián de Genaro, allí apoltronado como siempre en el sillón de la Engracia, le acaricia y pasa dentro del corral. Los animales se alborotan y no se dejan coger. Por fin consigue el más hermoso e intenta salir, y en la puerta topa con unos alambres que prendidas en la falda, es imposible dar paso. Pone el pollo en el suelo, se desprende de lo que le impide avanzar, y al darse la vuelta, ve a Genaro y al amo mirando.
─ Mira vecino esto no es lo que te imaginas, yo estoy mirando cuál de ellos me gusta.
─ El vecino se ríe,y le dice, ¿Has elegido ya?
─ No sé, me gustan estos dos.
─ Pué hala, los coges y deja que siga con la siesta.
Joaquina.
viernes, 18 de diciembre de 2020
Historias de Cornejo, La boda
A primero del mes de marzo del año en curso, recibe una invitación de boda.
Va preparando el atuendo, ropas, zapatos, y los complementos de vestir.
El catorce del mismo mes, llega el fatídico día del confinamiento. Todo suspendido y los bártulos, al armario.
A mediados de octubre, se le ha presentado un evento, y, ¡por fin! va a poder lucir dichas prendas.
Su mayor preocupación eran los zapatos. Manos a la obra, medias finas y empieza el momento tan esperado.
Con ayuda de un calzador consigue entrar los pies en los zapatos nuevos.
Se incorpora y comprueba que pesan, como una placa de cemento que a duras penas puede mover.
Con trabajo atraviesa el pasillo, da la vuelta para volver a buscar las zapatillas.
Al llegar se sienta en el suelo para aliviar el dolor.
Quitadas las prensas intenta masajear los pies, y en ese momento oye un grito.
─ Que dice, ─ ¿quieta, no me toques?
Miraba con asombro los doloridos pies y oye al meñique decir.
─ ¿Oyes, grandullón, no pongas tus manazas encima de mis dedos?
No sabía si salir corriendo o seguir mirando esas diminutas caras que arrastrando sus quejas estaría semanas.
Joaquina Campón.
jueves, 17 de diciembre de 2020
La lucha
Historias de Cornejo
Caminamos sin parar entre la vida y la muerte, sin pensar que desde el día que llegamos somos unos ríos andantes, entre lagunas y sierras haciendo veredas sin mirar atrás.
Navegamos a ciegas con todo el peso y la ilusión incierta de la busca, arañando las telas de arañas, que con fuerza, tenemos que apartar.
El camino, no lo pone fácil, el tiempo en esta carrera, es amarga y negra. La ciénaga que aparece hay que atravesar.
Las manos y los pies no tienen tregua, como el sol, seguimos sin estacionar, nuestros cuerpos siguen adelante, quitando piedras ¡Qué a veces!, demasiado grande, y quitando estas, aparece otra mayor.
Así, hasta que nuestros huesos se niegen y se dejen arrastrar hasta unirse con el mar.
Joaqui.
miércoles, 16 de diciembre de 2020
Historias de Cornejo. No quería esto
Me entraron en volanda, ¡no quería esto!
La puerta era estrecha, la estancia larga y oscura.
Quería salir, pero el silencio se hizo dueño.
Se oían voces lejanas, y ruidosas, saliendo del fondo de la tierra,
y de ella asomaban carcomidas, sacudiendo sus huesos.
La tierra se estremeció.
La amapola erguida, quería alcanzar al trigo,
la tierra deseosa de sangre, sangre nueva que alimenteel corral
de los muertos, que son los dueños y la luz del pensamiento.
Historias de Cornejo.
martes, 15 de diciembre de 2020
La sombra de Julio
Historias de Cornejo
Elías escribe sobre un bloc de notas, sentado plácidamente en uno de los bancos del parque, mientras las hojas de los árboles alfombran el suelo con sus colores otoñales.
De pronto, observa que una sombra se ha incorporado al papel. En la esquina de la parte alta, a la derecha, descubre que, sentando en el folio y con los brazos apoyados en sus rodillas y las manos en la cara, un personaje le mira sonriente.
Al verlo, Elías le grita, ─ ¡Julio!, ¿qué haces ahí? –
No te enfades, estoy mirando cómo deslizas la pluma con maestría, sobre el papel. Le responde la figura.
─Anda y vete a tu hoja. ¡Déjame trabajar!
El personaje, un tanto abrumado, le contesta, ─Es que hasta que tú llegas, me aburro. ¿Podría contarte el chisme que está pasando en la hoja siguiente a la mía?
Elías se pasa la mano por la frente y, con resignación, le dice, ─Ve a tu escrito, por favor, en esta hoja ya no hay sitio para ti.
miércoles, 2 de diciembre de 2020
El incomprendido
El cadáver de Fabio sigue sentado en la escalera del piso.
Los vecinos pasan sin reparar en él. Fabio, los tenía acostumbrada a sus constantes jumera, y cuando pasaban a su lado, en vez de prestarle auxilio, les molestaba su presencia.
Fabio era un pobre viejecito sin familia ni desahogo económico. La soledad y el abandono del mundo donde vivía, le impulsaba a la bebida.
Pasaba su vida en un rinconcito del parque y contemplaba a los chiquillos corretear y mirando sus juegos envidiando su vitalidad.
Su propia historia inmensa como el horizonte.
De muy temprana edad ayudaba en la herrería familiar, consumiendo su niñez entre fogones, y nunca supo lo que era jugar con los niños de su edad.
Cuando los miraba en el parque no se atrevía a participar en los juegos. Sus lágrimas las disimulando ante ellos.
Unos días lo dejaron en la escalera, hasta que el perro de Dª Engracia dio la voz de alarma.
Historias de Cornejo.
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