¡Y mira!, cuando
aparecen en casa; aún que sea para comer, cuando abro la puerta y los miro, mi
cara se ilumina igual que si viera una rosa, de esas que nos regala la hermosas
primavera. Rosas rojas fuerte aterciopeladas, con ese brillo mañanero y el
rocío esparcido por sus pétalos. Comparando el rocío con las lagrimas que
acompañan a mis ojos.
Nadie nos cambiará la ilusión de verlos. Joaqui.
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