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Personajes:
Petra, 1ª mujer.
Rosario, 2ª mujer.
Bernarda.
Francis y Carmen.
Fausto, Marido de Marga. El pueblo se divierte. Varios.
Inocencia, Mujer de Evaristo. Sergia, Y Pay.
Julio, Marido de Rosa. Sole.
Amparo, Mujer de Juan. Policías.
Narrador.
Seis de Abril, once de la mañana.
Día soleado, viento
suave,
La temperatura
invitaba a salir,
2 A recorrer las calles.
Esta mañana me
encontraba pesado,
Aún así, decidí dar la
ronda acostumbra,
Después de llevar buen
trecho,
(Calle Pizarro).
Puesto este nombre
por el Conquistador.
Ese señor que marchó
a las Américas,
De allí trajo fortunas y compañera.
Entré en calle 47, calle estrecha,
3 Casas
antiguas.
Seguí caminando.
Hasta terminar el último recoveco que iba a desembocar
en la plazuela que da al lateral del edificio de las Candelas.
Antes de salir de la
calle, dos señoras,
Petra y Rosario, estaban sentadas en su
puerta,
(El umbral era un sitio idóneo para echar
un cigarro),
(Eso
era lo que ellas dijeron). Sus comentarios, en ese momento, eran dirigidos a la
casa Nº 009.
Decía Petra a Rosario.
Rosario; te acuerdas cuando en esa casa vivía
Marga, ¡Cómo vivía la señora! (dando movimientos con su cuerpo) sus trajes
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siempre impecables, iba a
Madrid a comprárselos…
¡Claro que se lo podía
permitir! En su cama dormían más los maridos de las mujeres de este pueblo, que
en su propia casa.
¡Como se dio maña de
emplear al marido, sí, en la Administración, esa que estaba en la Plaza Mayor al
lado del Ayuntamiento!
A Marga, le dieron una plaza de ordenanza, en
el mismo organismo.
Pero el amante principal,
se la llevó a Madrid, (allí campaban a sus anchas sin que nadie pudiera
reconocerlos).
Marga era muy guapa su
cuerpo era admirado por los hombres y envidiado por las mujeres, del cual supo
sacarle partido.
Rosario,
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Envidia de no valer lo que
ella, en lo de más, nada, nada. Así, siguieron con sus comentarios y sus
ademanes de cuerpo y manos.
Narrador,
Gente pobre que en tiempo
de guerra salieron adelante gracias al vicio de los hombres. Lo curioso de la
época, ¡para llevar dinero a casa no había, pero para ir de “putas“!..
Fausto. Buenos días; Petra y Rosario, contestaron
las dos a la vez.
Buenos días Fausto. Pasado el vecino, dando los buenos días. Ellas
se dieron de seña, y callaron hasta que se pedio en la calleja.
Narrador,
Cuando desapareció, se
echaron a reír, comentando.
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Petra, ¡Mira como se ha quedado Fausto de esmirriado!
Desde que se fue Marga a Madrid, él vive solo con sus hijos. Todavía trabaja,
no puede ir a reunirse con ella. Esa pena la lleva arrastrando desde que Marga
se marchó. ¡Pobrecito! Sus cuernos eran unos de los más hermosos; a Fausto le
pesaban y nunca pudo con ellos.
Narrador. Los comentarios eran jugosos. Empezaron a hablar
de Paula (otra vecina del barrio),
Rosario. Empezó diciendo, pobre cita que borrachera se
cogía, con eso de que se iba a trabajar, al llegar a casa se había dejado el
sueldo en la taberna. Todo se lo gastaba en vino. Paula penó mucho en su vida,
trabajó, limpiando en casa del
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médico. Pero nunca tuvo
nada suyo, en los bares invitaba a cualquiera que estuviese a su lado. A Paula, le daba por
llorar por su madre, su madre, no quería que se casase con Evaristo, porque no
la quería.
Petra. Le contestó, se arrepintió toda su vida.
Un día viniendo del
trabajo, la atropelló un coche. Unos dijeron que fue ella la culpable. Lo
cierto es que ese día traía unas copas más de las acostumbradas. Dejó su maltrecha
vida, descansando de su mala suerte.
Petra,
Evaristo, pronto se casó con Inocencia, ¿no te
acuerdas de ella?, Sí, hombre, aquella que era más fea que pegarle a un padre.
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Para Evaristo esta fue su
segunda criada, él solo quería eso de las mujeres, Sí, qué le limpiasen la casa
y para hacerle la comida, por unos cuantos reales. Que era eso lo que le daba.
Evaristo, se quedaba con la
mayoría del sueldo, ¡A él qué más le daba!, lo suyo era guardar para el día de
mañana poderse enterrar en el pueblo vecino en donde nació. “Esto se lo decía a
Inocencia”,
Rosario.
E Inocencia (que era lista)
pronto se fijó donde Evaristo hurgaba cada vez que cobraba. Dejo pasar el
tiempo, y una noche Evaristo. Se marchó al más allá.
Inocencia.
“Inocencia llorando”, y
cuando llego el momento de enterrarlo, mando que fuese
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Enterrado en la fosa común de
los pobres, él no tenía dinero para más.
Rosario,
Pasado un tiempo, Inocencia
se le vio florecer su vestimenta y su vida cobro el lustre, que Evaristo le
quitó.
Julio,
En esto pasó Julio
diciendo. ¿A quien le estáis quitando el pellejo?
Petra se levantó y con las manos en jarra le
dijo: Tú, calladito, que para ti también hay.
Tú vigila a Rosa, ¡ah!, y
no te olvides de llevar el pan cuando vuelvas, porque será Rosa, la que se
quede sin probarlo. Julio agachó la cabeza y atravesó la calleja.
Narrador.
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Allí quedaron sentadas
comentando al el resto de los vecinos, ahora le tocaba, a Rogelio…
En ese momento entraron en
la calle, un grupo de mozas. Cántaros al cuadril y en la cabeza.
Venían cantando, la
canciones de Extremadura.
Traigo de por los campos de
Extremadura la nobleza más pura de mis cantares.
Jóvenes del lugar, que con
su belleza, alegría, y juventud, alegraban las calles iluminando el espacio
donde llegaban.
Las
jóvenes pasaron cantando alegremente.
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La fuente
estaba al salir de la calleja.
Rosa…,
Te acuerdas de Rogelio, este que de joven se marchó al extranjero,
y vino más pobre que cuando se fue, dicen de él, que no tuvo suerte.
Petra.
(Eso dicen unos),
Rosario.
Otros, comentan que se casó
con una señora mayor, a la cual, quiso mucho, pero ella estaba enferma y todo
lo que ganaba se lo gastaba en medicinas, ¡con lo bien que le hubiera ido con
Verónica! Ellos se querían, ¡pero la pobreza de Verónica!… Los padres de
Rogelio no permitieron ese enlace.
Petra.
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¡Mira, que él no tenía nada
más que las tierras del padre!, ¡claro! que con eso la familia salía adelante.
Fíjate la suerte que tuvo Verónica,
¡ese señor que vino de fuera, no le importó que no tuviese dinero!, se casaron
y se marcharon a Bilbao, y cuentan los que la han visto que ha sido una mujer
feliz.
Rosario,
¿Te acuerdas de Amparo?, si
hombre, la que vivía en la parte de arriba, al final de la calle en el Nº 2,
Juan, su marido, era carpintero y trabajaba de sol, a sol.
Siempre en ese taller
que le sirvió de refugio.
No se atrevía a salir de
casa, porque saliendo, los comerciantes le reclamaban débitos de Amparo.
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Petra,
Amparo, ¡qué maña se daba de gastar más que lo
que su marido ganaba! Con esto Juan penó mucho, nunca estaba tranquilo paseando
por las calles del pueblo, siempre le perseguía algún comerciante.
Rosario,
Para pedirle las trampas de
su mujer.
Amparo no era mala, pero el vicio de comprar
más de lo que su sueldo alcanzaba, era un sin vivir de las familias que lo
sufren.
Juan estaba avergonzado, y
una madrugada se marchó del pueblo.
Así evitó a los
curiosos y de paso, que nadie le pidiese algún atraso.
Narrador-
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En aquellos años la calle
era muy divertida, no hacía falta salir de ella, para estar entretenidos.
Rosario,
Petra, ¿te acuerdas de Bernarda?,
si la que solo comía los primeros de mes, sí, sí, por ser una golosa, el resto
se tiraba comiendo patatas y legumbre (y pocas claro) a primero de mes compraba
goloseo y ¡el dinero con esto, dura poco!, y para remate, su marido le daba la
mitad del sueldo, el muy sinvergüenza, empezaba a gastar en el bar por la
mañana, y se tiraba gran parte del día.
Eso unido a la lotería.
Bernarda no tuvo nunca una peseta, en esa casa solo vivía el sinvergüenza del
marido.
Rosario,
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Petra. A mí, lo que más me gustaba era la hora
de ir a por el agua, a la fuente. Cada día se veían y escuchaban peleas por ser
los primeros en llenar el cántaro.
Ayer, sin ir más lejos, le toco Francis y
Carmen, las dos llegaron casi al mismo tiempo, pero Francis que es más guerrera,
se las ingenio para ponerse la primera. Carmen está cansada de que siempre haga
lo mismo, (le tiene envidia porque su
esposo se fijó en ella, y a Francis le gustaba), así, siempre que tiene
oportunidad, se enreda con ella.
Carmen y Francis, Salieron por los pelos y, los demás
contentos con que sean los otros los que riñen.
En todas las peleas nadie,
nadie, defiende, al
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otro, para que la fiesta
siga, azuzan para que dure.
Petra
¿Y de Sergia, te acuerdas?, la pobre qué poco
curiosa era. En su casa no se podía entrar. El fogón, siempre lleno de
cacharros, las cosas sin orden, las ropas por doquier.
¡Y la ropa!, ¡nunca llevaba
al marido cosido y planchado!
¿No sé de qué se enamoró???
Pay trabajaba y cuando
llegaba a casa,
Ni la comida le tenía
hecha.
Pay se da cuenta pero, es tan bueno
Que no sabía decirle.
Rosario,
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Pavi estaba cansado de decirle.
Sergia, cada uno debe
de asumir una responsabilidad tu, en la casa, yo, trabajo, y vengo a casa a
buscar un poco de descanso y de paz, pero poner muy poco de tu parte.
Esto le decía, pero nunca
ponía nada de su parte. Sergia nunca le hacía caso, no
tuvo responsabilidades, y ninguna obligación fuera de casa.
Petra,
Una pena de casa. ¡Y mira
si era guapa!, pero el tiempo se lo tiraba mirándose al espejo, pero el espejo,
no hacía nada por ella, Ja, ja, ja…
El marido, una mañana, se
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marcho al trabajo y no volvió.
Rosario.
Dicen que lo han visto en
un pueblo de Bilbao, Braulio estuvo con él y comentó, que su vida no tenía
sentido sin su esposa, pero no podía vivir en esa casa.
Narrador,
¡En este momento vieron
correr a Soles!, Petra y Rosario, poniéndose en medio de la calle la esperaron.
Petra,
¿Soles qué pasa?
Sole, no lo vais a creer.
Fausto acaba de matar a su jefe. Por lo visto el jefe ha llegado esta mañana al
trabajo, y acercándose a él y le ha comentado a Fausto.
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Fausto, ayer Rosa me
ha preguntado por ti y le he dicho que estas más delgado.
Fausto.
Sin decir palabra se ha abalanzado
sobre él, clavándole un cuchillo. Y lo ha dejado en el suelo sin vida, ante la
mirada de los compañeros.
Sole.
La policía, se lo lleva a las dependencias
policiales, pero Fausto iba sonriente.
Fausto se ha liberado
de las burlas de los compañeros, y de su jefe.
Con esta acción su mente
se regocija satisfecha, de la herida que le ha estado recomiendo tantos años.
Por eso sonríe. No le importa lo que venga, su vida estaba rota hacía mucho
tiempo.
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Sabe que no volverá a estar
con Marga, por ello su vida la perdió cuando ella se fue.
Los compañeros dicen que se
ha liberado del peso que arrastraba. Desde que Marga se alejo de él para irse
con el jefe.
Sole,
A Fausto, todos los lunes, el jefe le
comentaba cosas de Rosa, y hoy no ha podido aguantar las burlas y menos, la
sonrisa de sus compañeros.
Narrador,
Dejando estas, se pusieron
a fregar las puertas, los maridos estaban a punto de llegar…
Petra,
Se lo tenía merecido.
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Al fondo sonaba una música
de canciones populares extremeñas, se pararon para escuchar. Y siguieron
haciendo sus faenas y cantando al compás de la música.
Cante popular.
Me han dicho que no me
quiere, Olé, Soledad,
Eso que tengo a mi favor,
Que el oro aunque lo
desprecie,
Nunca pierde su valor.
Los personajes irán pasando al mismo tiempo
de lo narrado, las vestimentas serán de los años cuarenta. Faldas largas, y blusas negras mandil grises
oscuros, zapatos y medias negras, peinados recogidos, moños con redecillas
sujetos con horquillas.
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Al fondo la música
extremeña sonará con frecuencias.
Escenarios de esa época.
En la calle, los cubos, bártulo
para fregar.
22-07-2014 Joaqui.