viernes, 8 de mayo de 2015

Liberación



Liberación
Desde pequeños nos han enseñado el camino a seguir, padres, maestros, en fin  todos los que eran mayores. A los niños y no tan niños, nos pusieron unas normas de las cuales no podíamos salir.
No es que esto nos gustase, sino que nos los imponían como una obligación.
De pequeñas cualquier vecina te mandaba a los recado, tu agachabas la cabeza y sin res chistar, a por el pan, patatas, arroz, en fin, lo que necesitase la vecina. ¡Y que no se enterasen tus padres de que habías desobedecido a una persona mayor!
¡Dejarnos de opinar en casa! ¡Cómo, esta comida está sosa! Caliente o fría, eso era impensable, ¡y no se te ocurriese decir que no te gustaba!
En la escuela, había que ir a buscar a la profesora a su casa, era tan mayor que sola no hubiera llegado. Las mayores llevaban el brasero, las pequeñas, del brazo de la pro fe.
El cura no nos dejaba de entrar en la iglesia, sino llevábamos velo, y no digamos, las mangas cortas, etc…
Eso lo lleve normal, pero llegando a moza empezaron las penurias.
 Tacones, medias, fajas y el famoso sujetador. Ese es el mayor culpable.
Las mujeres nos hemos ido liberando cada día de una lacra.
 Cuando hemos empezado a manejar unas perrunas, nos hemos ido adueñando de todo lo que tenían los hombres. Pantalones, zapatos bajos, fera pantis, faja, en fin, un poquito de libertad.
Pero de lo que no nos hemos liberado es del dichoso sujetador.
Cada día los hacen más bonitos, ¿pero cómodos?
 Solo nos liberamos de él llegando la noche y sola en tu casa separas la prenda de tu cuerpo.
Por fin llega la noche.
          8-5-2015 Joaqui.

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