Liberación
Desde pequeños nos han enseñado el camino a seguir,
padres, maestros, en fin todos los que eran mayores. A los niños y no tan
niños, nos pusieron unas normas de las cuales no podíamos salir.
No es que esto nos gustase, sino que nos los
imponían como una obligación.
De pequeñas cualquier vecina te mandaba a los
recado, tu agachabas la cabeza y sin res chistar, a por el pan, patatas, arroz,
en fin, lo que necesitase la vecina. ¡Y que no se enterasen tus padres de que
habías desobedecido a una persona mayor!
¡Dejarnos de opinar en casa! ¡Cómo, esta comida está
sosa! Caliente o fría, eso era impensable, ¡y no se te ocurriese decir que no te
gustaba!
En la escuela, había que ir a buscar a la profesora
a su casa, era tan mayor que sola no hubiera llegado. Las mayores llevaban el
brasero, las pequeñas, del brazo de la pro fe.
El cura no nos dejaba de entrar en la iglesia, sino
llevábamos velo, y no digamos, las mangas cortas, etc…
Eso lo lleve normal, pero llegando a moza empezaron
las penurias.
Tacones,
medias, fajas y el famoso sujetador. Ese es el mayor culpable.
Las mujeres nos hemos ido liberando cada día de una
lacra.
Cuando hemos
empezado a manejar unas perrunas, nos hemos ido adueñando de todo lo que tenían los
hombres. Pantalones, zapatos bajos, fera pantis, faja, en fin, un poquito de
libertad.
Pero de lo que no nos hemos liberado es del dichoso
sujetador.
Cada día los hacen más bonitos, ¿pero cómodos?
Solo nos
liberamos de él llegando la noche y sola en tu casa separas la prenda de tu
cuerpo.
Por fin llega la noche.
8-5-2015 Joaqui.
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