A Cal y canto
Esta mañana he
hecho la última visita de este año. Al lugar donde no se desea ir nunca. Y por
desgracia es donde terminamos tos- dos.
Las calles
estaban muy sucias. La noche ha sido tormentosa y el viento se ha encargado de
vaciar los floreros.
Con ello ha
dejado al descubierto la suciedad y el abandono de las lápidas.
No estando los ramos de flores la vista ahonda más en el
nicho y se observan sellados y bien sellados.
He pensado; ¿qué
fin tendrá?
Están a Cal y
Canto, para que no puedan salir a reclamarnos nada de lo que le debemos.
Cariño, cuidado, incluso dinero. Y de paso, echarnos en cara lo mal que nos
portamos con ellos.
¿No creéis que sea eso?
06-01-2014,
joaqui
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