La Amarga Espera
-Hace
tiempo que vengo
relacionándome con Marichu.
A través internet, conocí una de las organizaciones
colaboradoras en la lucha contra los crímenes que se están cometiendo en Ciudad
Juárez, llamada.
- Nuestras Hijas de Regreso a casa.
Es una organización de familiares y amigos de las víctimas.
Sus fundadoras fueron Marisela y Norma. Sus hijas corrieron la misma
suerte que Imelda.
Marisela y Norma me pusieron en contacto con Marichu que colabora
con esta
organización desde que perdió a su hija Imelda,
Con la ilusión que partió a
trabajar y desapareció para no volver.
Una muerte más en Ciudad Juárez.
Están volcadas en que algún día
puedan dar respiro a los habitantes de esa ciudad.
Unidas en la misma desgracia. Sus quejas van dirigidas al mundo entero,
intentando que estos casos no queden impunes.
Con ellas, estamos todos.
Llevaba mucho tiempo queriendo
conocer a Marichu en persona y por fin me he decidido. Con la intención conocer
la Ciudad Juárez y Pasar un tiempo con
ella.
Busqué información de los vuelos a tierras Mexicanas.
Todo preparado billete, maletas y un sinfín ropa y trastos que luego no
sirven para nada. Mi idea era estar unos meses recorriendo México. Conocer sus costumbres y convivir con
Marichu y tantas familias sufridoras del narcotráfico y de la tiranía de sus
malhechores.
Hora señalada, cogí un taxi y
marché para Barajas. En el aeropuerto los
vuelos iban con retraso. El día era caluroso.
Puse la radio, después de un
tiempo de música, empezaron las noticias.
Escuchaba con atención las largas listas del paro. Y sobre todo la
cantidad de políticos ladrones que pululan en nuestras Administraciones.
Entran y salen de las cárceles como si fuera su casa. Y cuando salen,
nunca devuelven lo robado, y siguen viviendo, “De Puta Madre”.
La discriminación de los
desahucios, por culpa de los abusos de los bancos. Personas comiendo en
los contenedores de las basuras.
Y de los sindicatos, ¿Qué podemos decir?
-Se suponía, que defienden al trabajador-. ¡Cuánta mentira! Solo viven
para ellos. Y pasan sin decir nada.
Entre todos lo guisan y se tapan. Y por si fuera poco tenemos a la Casa
Real, en boca de todos.
Así, estuve hasta la hora de la salida.
Sentada en el avión pensaba, ¿Es bueno solidarizarnos con Ciudad Juárez,
pero no sería mejor arreglar primero tu casa?
Y con ayuda de todos cambiar estos chorizos y quitarlos del medio.
Seguí mi camino pensando en España. El vuelo fue largo.
En el aeropuerto me esperaba Marichu. Nos pusimos de acuerdo en la
manera de encontrarnos y reconocernos.
Le comunique a través de la ONG
que llevaría un paraguas negro y blanco.
Representando lo negro de su país
y la luz que desean ver, Bandera Española. Mandándole una foto por si
no la conocían.
El encuentro fue doloroso para ambas. Sabíamos que en los días restantes
nos esperaban lágrimas y el suplicio que para ella era recordar lo sucedido a Imelda. Nos
marchamos en el bus para Juárez. Su semblante era demoledor
Desde que desapareció Imelda, el sufrimiento constante, había hecho de una persona joven,
una anciana caminando sin rumbo.
Llegamos a su casa, casa pobre
pero acogedora. El cansancio del viaje primero, de un montón de horas de vuelo
y después ese bus destartalado, con sobrecarga de personas y equipajes. Se me
pasó al instante ya que tuve una acogida muy cariñosa por sus conocidos y
amigos, que me estaban esperando.
Con El Paso, de los días cada vez conocía casos más espeluznantes.
Los familiares con problemas comunes se reúnen para contar y aliviar sus
penas. Hijas, hermanas, madres… desparecidas y encontradas muertas en el Valle de Juárez.
Muchas chicas jóvenes y
guapas. En común, la pobreza.
Las angustias vividas por la muerte de sus hijos pesan sobre sus almas.
Jamás tendrán consuelo. Y cuando uno de ellos hablaba, conseguía que todo el mundo se encogiese de rabia e
impotencia, escuchando el encuentro con sus familiares muertos.
Para ellos, parte de la lucha era recordar los hechos y que no queden en
el olvido.
Salir de casa era un calvario. Sobre todo de noche.
Marichu recuerda a Imelda su precioso diamante. Le
gustaría verla llegar y olvidar la angustia vivida durante su ausencia.
Un día, me llevaron a ver las
cruces colocadas en la Loma del Poleo. Donde duermen los recuerdos de tantas
víctimas. Si recordar los hechos era penoso, el lugar de las tumbas era
desolador. .
Las autoridades no hacen nada para solucionar tanta barbarie. Estás
cierran página sin buscar soluciones.
Las Fuerzas Armadas Mexicanas no están sujetas al sistema de Justicia
Civil, sino a sus propios Tribunales Militares.
Y en Ciudad Juárez, al poder de las armas.
Pasaban las semanas entre tanta pena y dolor y
Una noche a solas en la
habitación pensaba en mi tierra.
Desde la distancia y viendo el
mundo de horrores que Juárez está viviendo pensé, España.
España, es un paraíso.
28-07-2013 Joaquina.
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