viernes, 30 de julio de 2021

Historias de Cornejo. El pasado

Historias de Cornejo. El pasado. Es el despertar de sus noches y la angustias de sus días. El pasado no vuelve; para su desgracia. ¡Cuántas cosas cambiarían! ¡Ahora, todo está en el pensamiento! Ese que arruina la existencia. Tiene que seguir viviendo con el peso a cuesta por culpa de decisiones mal tomadas. Cuando recuerda su cuerpo delicado lejos de sus cuidados. En manos de extraños y faltando las caricias y el calor que transmite la familia. Los errores una vez cometidos, se graban en lo más hondo del alma para toda la eternidad. Joaquina Campón.

lunes, 26 de julio de 2021

La verdad oculta, Historias de Cornejo

La verdad oculta. Torres de mis sueños donde la noche empieza a vivir. Camina silenciosa, el salón está apartado de la cocina. Jacinta se dirige a él. Al llegar llama a la puerta, detrás le responde una voz. ─ Pase, Jacinta. ─ Buena noche señorito, ¿Le traigo la cena? ─ Sí, haga el favor. Al rato entra con una bandeja llevando en ella, salmón asado, ensalada de hojas tiernas variadas, queso blanco y, de postre, carne de membrillo. ─ Déjela en cima de la mesa y, márchese para casa. ─ Hasta mañana señorito. Camina por calles estrechas buscando la poca iluminación de las bombillas; que, a duras penas, abarcaban las esquinas. Al llegar a una pequeña plaza, se encuentra un hermoso jardín, y en él, unas palmeras de gran altura. El viento movía las ramas y, las sombras del suelo reflejan figuras andantes cabalgando y queriendo atrapar su cuerpo. En mitad del camino vive su tía Herminia, a la que socorre con algo de comida que le ha mangado al amo. Siempre la espera detrás de la ventana, como un pajarillo hambriento. Le entrega la bolsa y se despide. Sigue su camino y al pasar por la puerta de la iglesia, hace una reverencia y se santigua pidiendo perdón por sus males. Atraviesa la calle y ve un corrillo de chicos que escuchan música. Al pasar a su lado uno la para, ─ Alto, ¿dónde va Ud. A estas horas? Asustada y temblorosa responde ─ Voy a mí casa, allí me espera la familia. Pedro, un chico del grupo y le pregunta, ─ ¿qué lleva en la cesta? ─ Llevo un trozo de pan duro, que ha sobrado esta mañana. ─ ¡Qué me está contando, pan duro, cuando pasa por sus manos el pan blando! ─ El blando se lo dejo al señorito. ─Vamos hacer una cosa, ─desde mañana la voy a esperar aquí, y le revisaré la cesta, ¡pero… qué no vuelva a encontrar en ella, pan duro! Aligera el paso hasta llegar a su hogar, allí su hijo sale a su encuentro abrazando a su mamá. Juan, le pregunta, — ¿qué traes hoy mami? Jacinta siempre responde, — ¡en aquella alacena no puede haber tanta comida y en la mía!!! Joaquina campón.

lunes, 19 de julio de 2021

Finca del árbol quemado. Historias de Cornejo

FINCA DEL ÁRBOL QUEMADO Se prometían días dichosos. El río estaba cerca y la alacena repleta de comida. El personal iba llegando y ocupando cada uno su hueco. Las cinco parejas llevaban años compartiendo las salidas nocturnas. Ese día era Fiesta Nacional y estaban los bares cerrados. Julián y Amelia estaban libres. Llegaron al campo los últimos en un carro tirado por un mulo, que le había prestado su vecino. A media mañana todo el personal entraba y salía de la casa de campo. El vestíbulo era amplio, y al fondo se encontraban unas habitaciones donde fueron depositando los bártulos que cada uno llevaba. En el lateral del zaguán había una chimenea con el hogar encendido. Todos reunidos acuerdan las tareas. Fátima fue la primera en llevar las riendas, y mirando al resto de las amigas, se dirige a Amelia. —Mira, Amelia, hemos pensado que tú te encargas de hacer las comidas, y hoy, los chicos van a matar un cordero y haces un frite. Ellos te ayudarán. Mientras, nosotras nos vamos al río— llamó al resto de las chicas y se marcharon. Amelia se desplomó en un asiento de piedra que se hallaba cerca de la puerta. Se sentía tan decepcionada que apenas le quedaban fuerzas para llorar. Julián, al contemplar a su esposa, se sentó junto a ella. Ambos callados, admiraban la belleza de los campos. Tardaron en encajar lo sucedido. Julián limpió unas lágrimas que recorre la mejilla de su esposa. Se quedaron en silencio. — ¿No estarás pensando lo mismo que yo? — preguntó Julián pasado un rato. — Sí, es lo mejor. — dijo Amelia. —Pues venga, ve sacando los bártulos que hemos traído y mientras, voy a por el carro. No te vayas a olvidar la cazuela de las chuletas y el puchero de la chacina, y todo lo demás. Entraron los avíos en el carro y emprendieron el camino río abajo. — ¿Dónde vais? — interpela Fermín. —Vamos a dar una vuelta. — contesta Julián. Al llegar la hora de la comida las chicas entraron e interrogan. — ¿Dónde está Amelia? Los chicos se encogieron de hombros. — ¿Dónde va a estar con la propuesta que le habéis hecho. — dijo Fermín. —Ayer planeamos entre todos, el asunto. — dijo Fátima. — Pues ahora, que cada uno ponga la comida que haya traído. — comentó Antonio. Joaquina Campón

Noche mágica

Lucrecia estaba (está) en el sofá junto a la ventana, donde recibía (recibe) el frescor de la mar. En ese momento sonó (suena) el teléfono.

— Diga— contesta Lucrecia.

Una voz al otro lado del hilo vocifera. — Por favor, ¿puede repetir y hablar más despacio? — le dice Lucrecia.

— ¡Perdone! ¿Me acaba de decir que tengo la cuenta del banco en números rojos? En el teléfono escucha la voz de un hombre, exigiendo que se persone en el banco lo antes posible. Exaltada intenta razonar, pero el teléfono se había cortado.

A su espalda en la habitación escucha la voz de un hombre que desde la puerta le hablaba (habla). Soltó (suelta) el auricular, y poniéndose de pie ve a una persona que se encuentra frente a ella.

— Perdone señora, he terminado de arreglar los enchufes de la televisión, y necesito que firme el albarán para entregarlo en la oficina. — Lucrecia le pide perdón al haberse olvidado de él.

Lucrecia, se encuentra en ropa interior, estaba (está) terminando de vestirse para salir. En ese momento lo contempla y su asombro es ver a un hombre cerca. Lo mira y ve que delante tiene a un desconocido en la puerta de su habitación.

— ¿Cómo se llama?, pregunta Lucrecia.

— Mi nombre es David.

Lucrecia tiene ante ella a un joven alto y musculoso, vestido con pantalón vaquero y un polo de color blanco; sus brazos, al descubierto, y su figura, de compresión atlética. Se encuentra aturdida por la presencia de un extraño en su alcoba. Reacciona rápido y va a su encuentro.

— Márchese y mañana paso a la oficina. — David camina hacia la puerta de salida. — David, ¿quiere tomar un café? — le dice Lucrecia.

David se vuelve. — Tengo otros trabajos pendientes, pero un café no lo rechazo.

Lucrecia le tiende su mano y lo lleva al borde de la cama. Lo contempla y acaricia sus brazos musculosos. David acaricia su cara, besando sus labios, y se ven envueltos en una aureola de pasión. Sus caricias son recíprocas buscando el deseo. Sus manos fueron (van) acariciando cada rincón de sus cuerpos. Se olvidaron (olvidan) de la existencia del mundo, y como el fuego, quemaron (queman) la llama del amor. Al fondo se escuchaba (escucha) la música que en el aire sonaba (suena) al compás de sus caricias. La luna hizo (hace) su aparición, pasando despacio, contemplando sus hermosos cuerpos. Al amanecer, David salió (sale) de puntillas, sin antes contemplar el cuerpo que tanta felicidad le había regalo.

 

lunes, 12 de julio de 2021

Consejos de la abuela Antonia

Historias de Cornejo

 

Consejos que les dio a sus hijas para guisar.

     No eches nunca cuando acoples, distintos ingredientes a distinta temperatura, para unirlos, las cosas ya guisadas pierden la cocción y por eso es muy importante estén todo en la misma temperatura. Así como; el caldo al arroz, los callos al tomate, las judías verdes al tomate frito, en fin, estos trucos valen para que las comidas queden mejor.

Las sardinas en escabeches. Sin embargo, no entran en esta cuestión, porque quizás sean unas de las que hay que echarla según se van frien.

Se hace primero el escabeche, luego se frien las sardinas y cuando se sacan de la sartén se introducen en el caldo. Así quedan tomadas y muy buenas. Forma de hacerlo.

En el mortero se ponen unos ajos (siempre, según cantidad) un poco de sal, hojas de laurel tostadas con fuego (cerillas) y se macha todo bien.

En una fuente se echa el machado con agua y vinagre, incorporar Azafrán. Mover y comprobar de sal y vinagre. Ya está listo para introducir, pesca frita, sardinas, jureles. En fin cualquier cosa.