miércoles, 17 de marzo de 2021

Historias de Cornejo Había que vivir dos veces

Había que vivir dos veces

 

Allí estaba su cuerpo, consumido por  los años.

 Sin piedad, se dejó en el lugar que no era el adecuado. No se perdonará el haberle abandonado que por ello está pagando caro, muy caro.

No va a buscar culpables, ¡Qué seguro los hay! Pero eso no arregla el asunto, los errores del pasado, vuelven para destruir la mente.

Habría que vivir dos veces, para poder corregir. ¡Ahora, las lamentaciones no solucionan nada! En el camino las piedras cada vez son más pesadas, y a veces, se derrumba buscando soluciones, soluciones que nunca va a encontrar. Así, seguirá cuesta arriba, meditando un día y otro también.

La luz no vendrá a rescatar la tormenta que dentro de la mente humana se mueve sin parar.      

                                        Joaquina Campón.

 

lunes, 15 de marzo de 2021

La boda

La boda

Fermina pasea preocupada recorriendo el pasillo de su casa. Entre sus manos lleva la carta. La ha leído infinidad de veces y no la puede encajar en esta  situación.

A un paso de llegar al altar del brazo del hombre  que le ha prometido fidelidad eterna. Su mente es un ir y venir, intentado encontrar organizar su vida.

Lleva esperando esa noticia desde hace cuatro años.

 Olvidado el asunto, ha conocido un joven apuesto y guapo. Después de recibir dicha nota, su decisión le turba la mente.

La carta qué lee una y otra vez.

 Fermina, hace unos meses he salido del hospital donde llevo ingresado, unos años, no sé como llegue, cuando estaba en el campo, unos disparos alcanzaron mi hombro y la recuperación ha sido lenta.

Volveré pronto.

                                 Joaquina Campón.

 

 

Historias de Cornejo

La boda

Fermina pasea preocupada recorriendo el pasillo de su casa. Entre sus manos lleva la carta. La ha leído infinidad de veces y no la puede encajar en esta  situación.

A un paso de llegar al altar del brazo del hombre  que le ha prometido fidelidad eterna. Su mente es un ir y venir, intentado encontrar organizar su vida.

Lleva esperando esa noticia desde hace cuatro años.

 Olvidado el asunto, ha conocido un joven apuesto y guapo. Después de recibir dicha nota, su decisión le turba la mente.

La carta qué lee una y otra vez.

 Fermina, hace unos meses he salido del hospital donde llevo ingresado, unos años, no sé como llegue, cuando estaba en el campo, unos disparos alcanzaron mi hombro y la recuperación ha sido lenta.

Volveré pronto.

                                                                                                        Joaquina Campón.

 

viernes, 12 de marzo de 2021

Llegó el invierno,

                   Los mismos pasos

El árbol seco que se encuentra a las afueras del pueblo.

Amplio y ancho donde nos cobija su sombra.

Junto al cascarón vacío, nuestros cuerpos sienten la

soledad y su rigidez ¡Cómo pesa la vida!

Que arrastro noche y día. Tronco sin vida, humeante,

aunque nadie lo vea. Tuvo su pasado glorioso

donde dejó su vida. Dio Cobijo, sombra, alimentos y leña.

El tiempo le asigna el lugar presente, olvidando el pasado.

Hoy arrastra los cuatros huesos que sujetan su frágil piel.

                                                    Joaquina Campón.

 

lunes, 8 de marzo de 2021

Julia

JULIA

 

Julia saborea el primer café.

Se pone su gabardina y, bolso en mano, emprende la odisea diaria hasta llegar al trabajo. El camino es largo, y a esas horas de la noche, no salen ni los lobos.

 En la década de los 50, a mediados de diciembre, a las cinco de la madrugada, la oscuridad es su compañía. Calles estrechas, y alguna que otra bombilla en cualquier esquina a duras penas, alumbran parte de la calle.

En el trayecto sólo ve algún gato en busca de su amada.

A través de la ventana de la casa, se mueven unas sombras de luz nítida. Sigue calle arriba y llega a la plaza donde se encuentra la iglesia del pueblo, de estilo Románico, muy bien cuidada con su hermoso reloj en la torre. 

Delante conserva un jardín amurallado de piedras. Su antigüedad le regala algún desconchado, que ella aprovecha para llevarse alguna piedra con la que sentirse más segura.

 

En ese momento el reloj da la hora. En la madrugada, los tonos bajos entran en la mente como penas en ánimas. El canto del búho -ave de mal agüero- ulula en la torre.

         

Un vez que cruza el jardín  se dirige a la izquierda, encontrándose con la esquina donde se ha fundido la bombilla. Pasa deprisa y tropieza con una voz que se mueve como un péndulo. Julia se echa para atrás, una risa sale del personaje, que, con palabras entrecortadas dice: —Ni-ña-a, ¿vo-y-y-y, bi-en-n-n a- mi-i-i ca-sa-a-a?

Da media vuelta y corre. Se para. Una vez que ha recuperado el aliento, sigue andando y mirando por todas partes.

Al llegar al puente, cerca del Campo Santo, escucha unos ruidos, pone toda su agudeza y comprueba que son tres golpes: dos acompasados y el otro más fuerte. Se detiene y duda si seguir o ir a casa. ¡No tiene salida, tiene que seguir!  El arroyo escupe su agua. Danzando de piedra en piedra, siguiendo su curso y a su paso, deja el canto del agua moviendo su caudal. Julia, oyendo arrastrar el agua percibe voces de personas que se marcharon al sueño eterno.

Empieza a temblar. Los ruidos cada vez están más cerca. Una voz ronca se oye.

─ ¡Juliaaaa, espera, iremos juntos! 

El miedo no la deja conocer al tío Germán, un vecino del pueblo, que le dice:

─ Mira, soy tu acompañante de esta noche.

 

El tío Germán alumbra su cara para que le reconozca. Pero Julia, al ver unas sombras deformes y horribles, le tira la piedra que ha recogido por el camino y corre hasta llegar al molino.

                                              

                                                                                                   Joaquina Campón.