viernes, 16 de octubre de 2020
El engaño Mariela escucha
Mariela magullaba atenta la conversación de sus amigas.
Al llegar su turno empezó diciendo.
Mi vida transcurrió acunada entre dos sillas de enea, allí fui la niña más feliz entre los brazos de la abuela.
En la adolescencia en casa había pocos libros, no faltaban los de Gabriel y Galán y los famosos de Marcial la Fuente.
Esos eran libros de mayores. Nosotras teníamos los de princesas, que se pasaban buscando el príncipe de sus sueños; ese, que nunca llegó.
Y el único vestido largo que me pusieron, fue el delantal cuando mamá decía. ¡Venga, a fregar la loza!
Todo era una quimera y que, no había príncipes para todas.
Lo bonito que hubiese sido, ir inculcando que lo más importante que fuere un hombre trabajador y respetuoso.
¿Qué manera de engañar a la juventud?
Y lo malo es, que, algunas siguen buscando.
Historias de Cornejo.
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