Días tristes para
los que han dejado sillas vacías cerca de nosotros, por mucho que nos empeñemos
en olvidar ellos están sentados y presentes. Hay momentos que se escapa una
frase suya y, en ese instante se mira la silla y le hablas igual que si estuviese
cogiendo la copa de vino y le dices. ¡Bebe y no te preocupes, a ti no te va
hacer daño!
Los demás nos
miramos y comprendemos esas palabras que salen del corazón. ¡Mira como son las
cosas! Si estamos en familia no pasa nada, pero cuídate de que estés en algún sitio
público, los demás te miran y es cuando las
criticas salen a borbotones y esa sonrisitas tan odiosas que salen de esos labios
ignorantes sin saber el contenido de querer compartir en el pensamiento lo que no
se puede en la realidad.
Un fuerte abrazo para
todas las sillas vacías; que ya son muchas.
Buenas tarde amigos.
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