Martes
finales de mayo
La entrada
del cine brillaba, los jefes estaban encantados con el trabajo bien hecho, por
eso proponían a mamá cualquier trabajo extra.
Una tarde,
salió Dª Margarita, -esposa de don Francisco- He hizo buscar a mamá, y estando
en su presencia, después el saludo, le dijo ¿Antonia, sabe Ud. Coser? mamá
dijo, si señora, eso me ha gustado toda la vida.
Bueno, pues
tengo la pantalla del cine de verano un poco deteriorada, y sabrá que cuando
acabe la feria se empiezan los preparativos para tal eventos.
Hay que coser
parte de ella, y si puede me gustaría que la viese.
Cuando usted
quiera. Claro, este trabajo se lo pago aparte. Antonia, si señora, ¿Cuándo quiere
que empiece? Si le parece bien, la semana que viene.
Martes hora
señalada, Antonia y su hija entraban casa de Dª Mercedes.
A una terraza
inmensa nos llevaron, sacaron la máquina de coser, con ella un rollo de tela blanca
de unas dimensiones inabarcables. Antonia no sabía cómo mover dicha mole. Ella
me daba instrucciones de cómo sujetar la tela.
Primero la
estiro en el suelo, para ver los rotos, y seguido coger cada parte rota y poner
las piezas adecuadas.
Con mucho
trabajo fue dando vueltas y cosiendo por parte.
Dª Mercedes no
nos quitaba ojo de encima.
Mamá manejaba
la tela con mucha dificultad, yo ayudaba a sujetar la gran mole de tela.
Le costó
mucho trabajo pero Antonia supo zurcir con maña y habilidad.
A media tarde
nos sirvió la criada unos zumos de naranjas con unos dulces.
Tardamos una
semana en zurcir los desperfectos de la pantalla.
Terminado el
trabajo pagó a mamá y a mí me convido con veinticinco pesetas.
Cuando
salimos a la calle, mamá cogió todo el dinero y dijo, este dinero es para
todas, tus hermanas también tienen parte.
Me dio pena, para una vez que te llegan a las
manos ese dineral.
¡Me duró tan
poco!
Martes última
semana del mayo, año 1963.
21- 11- 2014
Joaqui.