martes, 28 de octubre de 2014

25 pesetas



25 pesetas
Antonia se ganó el respeto y la confianza de los jefes, demostrando desde el primer momento que limpiaba a conciencia. La entrada del cine brillaba desde lejos.

Esa mañana, Antonia estaba en el patio de butacas barriendo entre las filas de estas.
Era un trabajo penoso, pues los clientes están contentos comiendo en el cine, Palomitas, pipas y demás chucherías. Pero si supieran el trabajo que generan, quizás lo pensarían. Pero bueno, no venimos aquí a dar lecciones de Educación Cívica.
Antonia fue llamada por su jefe. Delates de él en el despacho, Dº, Francisco, buenos días Antonia. ¿Meditó Ud., lo de ayer? Sí, pero primero hablemos del sueldo. ¡Cierto!, le pagaré 25, pesetas por noche, para Ud., y para su hija lo mismo.
Después de pensar un rato, dijo.
No señor, yo por 25, pesetas, no salgo de casa y menos, por la noche. –Año 1963-.
Dº, Francisco, dijo… Bueno, le pagaré 100 pesetas para Ud., y lo mismo para su hija, solo por cuidar el guardarropa de los artistas.
Antonia meditó despacio, buenos días Dº, Francisco, mañana le traigo la respuesta.
Saliendo del despacho e incorporan se a su trabajo.
Ese viernes Antonia barrió con ganas la sala de butacas.
28- 10- 2014- Joaqui.

sábado, 25 de octubre de 2014

Antonia



Antonia
Antonia siempre destaco en ser una mujer inteligente, lo fue demostrando a lo largo de la vida.
En una ocasión fue con Juan su -esposo- a Madrid con un grupo de amigos. Se divirtieron recorriendo las calles y los cines. Por las noches terminaban en los cafés, allí remataban el día.
Cada noche alguna de las compañeras iban con una buena cogorza y Antonia terminaba como si nada.
Cuando lo contaba a sus hijas siempre decías, Luisa es tonta, lo mismo que María. Terminaban así por querer competir con los hombres y no se dan cuenta que ellos beben todos los días.
Antonia, tenía su truco que nos contaba alrededor del brasero.
Gracias mamá.
                                    25-10-2014 joaqui.

viernes, 24 de octubre de 2014

Malos tiempos



Malos tiempos
Antonia, un mal día se marchó su esposo, ¡No por gusto! se le acabó el camino.  
  Antonia se vio sola con todas sus hijas en la empresa familiar.
 La empresa daba trabajo para todos pero a las mujeres en los años sesenta, no estaba bien visto que trabajaran detrás de la barra del bar.

Así, tuvo que aceptar el trabajo que mejor sabía hacer, (limpiar).
 La contrataron en un cine de Cáceres, Allí fue con una de sus hijas.
Por aquellos años los empleados entraban en las empresas sin contrato, solo de palabras. Era un periodo de pruebas, hasta ver si respondía eficazmente.
El primer día le tocó fregar la entrada del cine, allí, se gano a sus jefes. Dejo los suelos de mármol como nuevos.
Los días siguientes los jefes contaban con ella para todo. Cada mañana cogía sus bártulos y empezaba la tarea.
Pepe, uno de los empleados, tenía la costumbre de pisar los limpio, Antonia no dijo nada. Al día siguiente al pasar Pepe, cerca del cubo Antonia puso las manos en el borde del cubo embrocando el agua en los pies de Pepe. Antonia puso sus manos en la cabeza; ¡u y!, perdone ha sido sin querer.
Pepe se fue cabizbajo con los pantalones y los zapatos empapados.
El día siguiente se puso en la puerta de la entrada, mamá le miró, Pepe le dijo. Siga, siga, voy a tomar un café y luego vengo.    
                                                         24-10-2014 Joaqui.  

jueves, 23 de octubre de 2014

Sitio inadecuado



Una señora intentando hablar por el móvil en el autobús, hace unas horas a tope de personal.
CARLAAA, ME OLLEEE, NO SE OLLE NADA, DONDE ESTAAS, QUEEE, QUEEE DICES, NO, ESTOY EN EL AUTOBÚS, QUÉ, MIRA MAÑANA TE LLAMO.

jueves, 16 de octubre de 2014

El balcón



El balcón
Como cambia la vida.  Cuando podías disfrutar de ese espacio de la casa. La cornisa, no tenía barandilla. ¡Cómo te gustaba salir en verano!, a tomar el fresco, y en invierno, en las horas de sol del medio día, disfrutaba sentada en tu silla baja, claro que te quejabas porque en esta calle es muy solitaria.
         
Estabas acostumbrada a la casa antigua, allí los vecinos eran la alegría del barrio. No pasaban los días sin buscarse e interesarse por los mayores. Se acercaban a sus casas, pasa saber si estaban bien de salud, o necesitaban algo. Ayudando en lo que podían, o comprando los alimentos de primera necesidad que ellos necesitaban.
Hoy, en el barrio nuevo, llevamos viviendo treinta años, y todavía algunos, no conocemos sus caras. No es que nos interese una cara nueva, pero los barrios de antes tenían solera, calor, cariño y humanidad. Esto hoy está perdido, solo tenemos los barrios para presumir. ¡Y no sé de qué! Todos traban para poder vivir.
 Fíjate si el antiguo barrio era bueno, los vecinos que quedan, que son pocos, están pensando en marcharse. Uno de ellos, ha cogido una depresión, dice que ahora le toca coger el camino, el camino sin vuelta. Tiene miedo, ¡no es para menos!
 Los nuevos, no se comunican con nadie, y los viejos, no entienden la poca comunicación entre las personas que viven tan cerca.
La vida de hoy cada uno va a lo suyo y no tienen en cuenta, si la vecina está bien, o simplemente quiere un rato de compañía. Los jóvenes, por descontado, no quieren saber nada la gente mayor.

¡Como es la vida!, ahora la baranda de la cornisa está puesta, pero sola, con la compañía que tú le podías dar.
                                                                     26-09-2014, Joaqui.