Día 6 del mes de Febrero, 9.30 h/. Salí de casa con la intención de pasear, para no anquilosar los músculos, y me vi en la puerta del cementerio, estaba cerrada, me senté hasta que abriesen y rezar en los nichos de mis familiares más allegados.
Antes de entrar escuchaba unas voces que discutiendo, y dando gritos se estaban insultando, una le decía, tu eres una mala madre, me quedaste con tu hijo, arrojándolo a mis brazos sin piedad.
Eso es lo que oí con claridad, lo de más, confuso.
Mi curiosidad me invitaba a esperar fuera, pues la discusión era dentro del cementerio.
¡Pensaba, si me marcho no veo salir a quien riñe!
Así, me senté atenta a la puerta.
Pasó el tiempo y abrieron, esperé un rato, no salió nadie, entré con miedo, y al fondo de la primera calle había una chica, estaba sentada, y en la calle siguientes se escuchaban las voces que se oían des de fuera.
Me acerqué a la joven, estaba vestida de blanco, pero sus ropas estaban llenas de sangre. Lloraba y sus manos tapaban su rostro, no me oyó de llegar, ya junto a ella la saludé, se asustó, y sorprendida me pregunto quién era, le dije, que era una persona que venía a conversar con los míos, su llanto no tenía consuelo, me dijo que se llamaba Julia.
Y me contó que siendo moza se enamoró de Basilio, un vecino de su pueblo, pero Basilio, estaba prometido con Alejandra, (Alejandra era la favorita de Rosa)-madre de Basilio- Así cuando llegó el día Basilio y Alejandra se unieron en matrimonio.
Julia des de su casa, los vio entrar en la iglesia y cuando los novios y el cortejo entraron en ella, Julia entró por la puerta de atrás, subiendo al coro, donde estuvo observando toda la ceremonia.
Los novios ajeno a las miradas de Julia. Julia llevaba una manta en sus brazos a la que acariciaba constantemente.
La boda tocaba su fin, los invitados solo tenían ojos para los novios.
Rosa salía la primera, mientras los novios eran saludados por los invitados. Al pasar Rosa por la zona del coro, Julia le tiró la manta, que calló a los pies de Rosa, y detrás se tiró Julia estrellándose en el suelo, Rosa no podía creer lo que estaba viendo, y de pronto escuchó el llanto de un bebe entre la manta, echó manos a quitar las cuerdas y allí se encontró con el nieto que nunca quiso conocer.
Basilio salió al escuchar el follón, y encontró a su querida Julia en el suelo, ya sin vida, no entendía nada, pero cogiéndola entre sus brazos lloraba amargamente.
Julia me contaba esta historia, y comentaba que Rosa había fallecido hacia unos días, y cuando vio paseando a los novios, vino a su encuentro chillando y vociferando.
Rosa le reprochaba a Julia que ella había arruinado su vida, y Julia le contestó que ella, solo ella, fue la ruina de lo que paso a su familia. Y al encontrarse con ellos paseando por los jardines del cementerio, arremetió contra ellos, quiso pegar a Julia, pero Basilio le paró la mano y le dijo, que no tocara su amor, ¡madre, ya nos has hecho suficiente daño en vida, así dejamos vivir lo que dejamos en la tierra! ¡Yo he cuidado de vuestro hijo y así me lo pagáis!, no te debemos nada, esa ha sido tu penitencia por lo que nos hiciste, así, deja que vivamos libres en el único sitio que tu no mandas.
Las voces cada vez mas apagadas, Julia le dijo a Rosa, todavía no te has dado cuenta que dos amantes no se pueden separar, acepta los hechos y dejarnos en paz.
Yo los escuchaba pero mi presencia no fue observada por ellos, me retiré, lo mismo que Rosa, Rosa fue a su ataúd y cerrando la tapa lloró amargamente.
Salí como había entrado sorprendida por lo vivido, en el único sitio se supone que la paz impera en su entorno, pero según lo visto la paz no existe.
12-6-2012, Joaquina Campón.