miércoles, 27 de agosto de 2025
Mi primer viaje
El primer viaje
Allá por el años 1947, fue mi primer viaje de vacaciones, no fue cómodo, fuimos andando desde la ciudad de Cáceres hasta Barca Jarillo.
Barca Jarillo es una finca que se encuentra, a seis o, siete kilómetros de la ciudad, con dirección a Salamanca.
Fuimos andando, claro, en esa época el coche de línea no paraba ahí.
Fui con un hermano de mi madre y con su querida esposa.
Miguel y Costa se habían casado y su huida fue ir a refugiarse con unos pariente de Costa.
El viaje era nuevo paro los tres, y fui jugando y saltado de un lado para otro.
Atravesando el campo sin darnos cuenta del mal camino y se veían algunos conejos correr a nuestro lado, y vemos que uno entra en una madriguera, la madrigera tenía forma de chozo y hecha con piedras y el tejado era de paja.
A Miguel, no se le ocurre otra cosa que ir a cogerlo y, entró la mano y se quedo encajado y Costa y yo, tuvimos que tirar de él para sacarlo.
Sin conejo, claro, seguimos caminando el trecho que quedaba hasta llegar al caserío.
Hacía buen tiempo y los alrededores del camino estaban sembrados de cereales. Las espigas altas y hermosas y entre ellas las Amapolas dando su tono de color adornando el color oro de las espigas.
A lo lejos, se contemplaba ganado en un recito cercado, eran hato ganadero.
Era muy agradable ver el ganado tan cerca, ya que en la ciudad, no se ven.
Llegamos a la fuente de la Escudilla, la llaman así porque tiene un recipiente de arcilla para coger al agua y beber con facilidad.
Quedaba poco camino y nos sentamos cerca de la fuente a comernos unos bocadillos de tocino ibérico con pan blando que estaba buenísimo.
Llegamos a media tarde.
Fuimos bien recibidos, sobre todo, a tita Costa, ellas son primas.
Mientras ellas se saludaban fui a la calle y vi unos niños correteando por el campo y fui a verlos, se extrañaron al ver una niña que no conocían en medio del campo, y hablando, les conté de donde venía y así, nos hicimos amigos.
Hechas las presentaciones familiares nos pusimos a comer.
La siesta era sagrada y a los niños nos llevaron el pajar, allí dormimos hasta que un estruendo de un latón, nos hizo saltar y acudir a por la merienda. La merienda consistía en una rebanada de pan con miel.
De allí nos dieron unos cestos y nos mabndaron a buscar huevos.
Yo no tenía ni idea de que iba aquello, pero pronto me pusieron los chicos al corriente. Había que buscar entre los sembrado donde, caprichosamente, las gallinas tenían su nido. Así buscamos por el sembrado y en un chozo hecho de paja, qué ese lugar era el predilecto de los animales.
Cuando encontraba alguno los cogía como si acariciase algo mágico, y buscaba con más ahínco, seguir encontrado esas perlas mágicas que mis manos acariciaban y contemplan,
me encontraba como alelada, ¡En mi vida había visto tatos huevos juntos! Y recordaba que en casa te ponían uno, que decían que eran huevos.
Los días pasaban de largo sin contar con nadie y los buenos ratos que pasamos contando cuentos hasta las tantas de la noche mirando las estrella al compás del silencio de la noche...seguir
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