jueves, 7 de julio de 2022

La ruleta

La ruleta La tormenta lleva horas campando. Lucía no se separa de la ventana, los relámpagos tienden a atraer la vista y contemplar con qué fuerza se retuercen para entrar en la tierra. Un estruendo retumba y la ventana se abre de par en par. El jarrón que está en la mesa, cae al suelo. Lucía recoge el ramo, y uno de los pétalos se niega a entrar en su mano. En ese momento le mira y, su sorpresa, es ver una fisonomía reluciente que le contempla. Una faz risueña. Y al chocar sus miradas sonríe y, alzando la voz le dice: —No temas, he venido a ayudarte antes que una persona que vendrá esta noche a verte. ¡Sabes, que tu futuro esposo, es adicto al juego! —Cuando venga, síguele la corriente y, entre tanto, me pones en el bolsillo de la blusa. Y cuando te avise, medita, pero nunca le des lo que pide. Con mí tos, te estaré diciendo que no aceptes lo que propone. En ese instante se oyen unos golpes en la entrada. Al abrir ve a su prometido: — ¿Qué haces a estas horas en la calle?, ¡con la noche que está! Y en la oscuridad, ve cómo figuras inhumanas bailan sorteando los rayos, extendiendo sus brazos y queriendo alcanzar su cuerpo. Horrorizada oye a los espectros qué, momentos después, arañan la puerta. —No temas que mientras esté aquí, no se atreverán a entrar. —He venido a pedirte que te cases conmigo, —Mira, para llevar todo bien, me entregas las escrituras de la casa y, mañana, las pongo a mi nombre. Lucía, se desvanece al oír el nombre de la escritura y, —Mira Álvaro, esta mañana ha estado mi hermana en casa y se las ha llevado al notario. Cuando se arregle el asunto, te llamaré. Álvaro enfurecido da unos golpes en la mesa Sin decir palabra se marcha. Lucía al verlo caminar contempla la sombra de tristeza que le deja grabada en su pensamiento, y decide ir a ver la silueta que vio en el pasillo. Baja al sótano y al llegar ve a su hermana sentada en el sillón favorito de la abuela, acompañada de las figuras que vio en la calle, está tan sorprendida que no sabe qué decir. Y echa mano al bolsillo, y al coger el pétalo, una aureola de estrellas y nubes la envuelven alrededor, y se va formando una figura de mujer vestida de negro, y al fondo se oye una música que recorre la estancia para deleite del personal. La quinta sinfonía de Beethoven. En ese instante la mujer de negro le tiende la mano invitándola a subir al carruaje que se había formado del sillón, transformando en una caracola con asientos y ventanales para contemplar los lugares por donde pasarán. Y oye a su hermana decir: — Mira hermana, te propongo que esta noche nos sentemos en el sillón, ¡como cuando éramos niñas!, pero esta vez, volaremos de verdad, siéntate aquí. Y en medio, la mujer que termina de hacer su aparición. — Esta vez iremos lejos y, no quedaremos un rincón de la tierra sin contemplar, recorreremos el mundo, ¡sin prisa!, que el tiempo, es todo nuestro y, ¡nadie nos espera! Joaquina Campón.