Quedé con Blanca, una
hermosa joven, el encuentro era en su casa, casa antigua en la parte más noble
de la gran ciudad. Esperaba mi encuentro llegué puntual.
Saludando a sus padres nos
sentamos en el sofá.
Un rato de charla
conversando de música, libros y de la actualidad del mundo.
Se levanto y dándome la
mano me dijo, ven, vamos a la sala pequeña allí hablaremos. La seguí
recorriendo el amplio pasillo admirando los cuadros que allí colgaban.
Eran cuadros antiguos de artistas
desconocido, Blanca dijo,
-son copias.
Entramos en una sala
pequeña con ventanales altos y amplios. Dos sillones de color amarillos una
vitrina y una mesa redonda cerca de los sillones. Las cortina no pude mirarlas
la estancia era pequeña y la luz del día se estaba apagando.
En el centro de la mesa se
encontraba el florero que le regalé
meses antes, florero blanco de cristal tallado. Al mirar las flores me
estremecí, en el recipiente estaba un ramo de rosas amarillas, mi curiosidad
era más fuerte que la prudencia y al acercarme puse mis dedos en los pétalos y
la dureza del práctico acabo de confirmar el mal gusto de Blanca.
Salí de esa casa para no
volver.
¡Mira por donde!, me entero
que el color amarillo es el color que llevan algunos animales y de ellos debes
de huir por qué ese animal lleva veneno y a veces, es mortal.
No había entendido nada,
seguía mi mente empecinado en el color.
Una tarde visité un jardín
público a las afuera de la ciudad, recorrí las calles contemplando flores de
todos los colores, y por casualidad de la vida topé con un castu y en la rama
saliente albergaba la flor más bella nunca vista.
Desde entonces admiro dicho
color.
Buenas tardes amigos.