A la patrona de los cacereños
Hoy he ido como tantas otras, a ver a la Virgen de
la Montaña. Ella se desplaza cada año y baja a ver a sus fieles.
Un año más está entre sus hijos, el pueblo.
Las calles están en un constante ir y venir.
Qué alegría ir a su encuentro. Allí a sus pies, es
cuando te quitas la máscara que nos ponemos de buenos.
A ella no le podemos esconder las veces que hemos
hecho el mal a nuestros semejantes.
Nos derrumbamos en su presencia. Los recuerdos
imborrables de nuestros actos del pasado.
En ese momento de amargura que tu corazón siente.
La miras cara, a cara, momentos en los cuales le pides perdón por esos errores, eso que ya no puedes corregir. Pero que duelen como el día que se
cometieron.
Con que claridad se ven las cosas del pasado, ¡a
buenas horas!
La vida debiera de retroceder en el tiempo y así
poder limpiar el pasado para poder caminar sin tanto lastre.
Me duele aquellos momentos que mis decisiones fueron
tan erróneas.
¿Qué pensaba en esos momentos para hacer las cosas
tan mal? Mi corazón sangra cuando estando a tus pies vuelven el
pasado.
Contemplo el rostro de ella pidiendo compasión y ayuda,
mi mente parada sin reaccionar como hoy lo haría.
Pena de no volver al pasado para poder caminar
alegre mente.
23-4-2015 Joaqui.